Lectio Divina. Fuente: DABAR
Domingo_24º T.O. Ciclo “C” 15 de Septiembre de 2013. Ex 32, 7-11.13-14; Sal 50, 3-4.12-13. 17-19; 1 Tim 1, 12-17; Lc 15, 1-10.
Domingo_24º T.O. Ciclo “C” 15 de Septiembre de 2013. Ex 32, 7-11.13-14; Sal 50, 3-4.12-13. 17-19; 1 Tim 1, 12-17; Lc 15, 1-10.
1.
Oración inicial:
Oh Dios, creador y dueño de todas las cosas míranos y, para que
sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón.
2.
Lectura comprensiva: Lucas 15, 1-32
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los
pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:
«Ése acoge a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo esta parábola: «Si
uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y
nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando
la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa,
reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: “¡Felicitadme!, he encontrado
la oveja que se me había perdido”. Os digo que así también habrá más alegría en
el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos
que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde
una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la
encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para
decirles: “¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido”. Os
digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador
que se convierta». También les dijo: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de
ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”. El
padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando
todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo
perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre
terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un
habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban
ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie
le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: “Cuántos jornaleros de mi
padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré
en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus
jornaleros”. Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba
lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello
y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y
sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un
banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo
hemos encontrado”. Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a
uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: “Ha vuelto tu
hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con
salud”. Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba
persuadirlo. Y él replicó a su padre: “Mira: en tantos años como te sirvo, sin
desobedecer nunca una orden tuya, a mi nunca me has dado un cabrito para tener
un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido
tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”. El padre le dijo:
“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte,
porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo
hemos encontrado”».
3. Comentario
bíblico:
a.
Aclaraciones al Texto
V.1 Publicanos. Recaudadores de
impuestos. Pecadores. Infractores de
la Ley. Gente
alejada de Dios. El texto original habla de todos los publicanos y pecadores, en referencia no tanto a un caso
aislado, cuanto a una práctica habitual: publicanos y pecadores acostumbraban a
ir a escuchar a Jesús.
V.2 Fariseos. Cumplidores de la Ley. Letrados. Maestros de la Ley y de su aplicación
práctica.
Vs.6
y 9 ¡Felicitadme! Traducción inadecuada de lo que en el original griego es
una invitación expresa a compartir la alegría. Traducción correcta: ¡Alegraos conmigo!
Vs.7
y 10 Os digo. Aseveración enfática, característica de Jesús para dar
realce a lo que va a decir.
Vs.23, 24 y
29. Banquete. Celebrar un banquete, tener un banquete. El verbo griego
empleado hace referencia explícita a la alegría: festejar con alegría.
V.32 Deberías alegrarte. El original emplea aquí dos verbos: Deberías festejarlo
y alegrarte. Énfasis en resaltar la
alegría.
b.
Texto
Éste
acoge a pecadores y come con ellos. Estas palabras expresan el
desacuerdo y descontento de fariseos y letrados por el trato de Jesús con gente
alejada de Dios.
Ni el desacuerdo y descontento de fariseos y
letrados son invención de Lucas ni lo es
tampoco la explicación que Jesús les da del trato suyo con gente alejada de
Dios.
La explicación son tres parábolas, de las que la segunda (vs.8-10) y la tercera (vs. 11-32) solo se encuentran en Lucas, quien, una vez más,
ha evitado que palabras genuinas de
Jesús cayeran en el olvido.
En las tres parábolas encontramos la reiteración de un
mismo dato: invitación a otros a
compartir la alegría por la recuperación de algo o de alguien perdidos con
anterioridad. Alegraos conmigo (primera
parábola, v.6); Alegraos conmigo (segunda
parábola, v.9); Festejemos con alegría
(celebremos un banquete) (tercera parábola, v.23), deberías festejarlo y alegrarte (tercera parábola, v.32). Quienes
así se expresan en las parábolas contadas por Jesús son quien ha perdido una
oveja de cien, quien ha perdido una moneda de diez y quien ha perdido un hijo
de dos.
Y Jesús, ¿cómo se expresa? Os
digo que en el cielo reina alegría por un pecador que se convierte (vs.7 y
10). Jesús no es maestro de ética; Jesús es maestro de Dios, el Maestro
de Dios: habla desde Dios, enseña desde Dios, desvela quién y cómo es Dios. ¿Pueden fariseos y letrados enmendar la
plana a Dios y negarse a compartir con Dios la alegría por la recuperación de
un pecador?
En la tercera parábola Jesús
ahonda en el Dios desde el que habla. Un padre tenía dos hijos. Jesús
vuelca su atención en el padre de los dos hijos. Un padre que siente y ama a
los dos hijos con la misma intensidad y con el mismo desgarro interior; siente
y ama al menor, cuando éste se marcha; siente y ama al mayor, cuando este se
queda. Dos hijos distintos, desiguales, pero los dos son hijos. ¿Asumirán y
aceptarán los dos hijos su condición y su ser de hermanos? Esta es la
invitación y la esperanza del padre de la parábola.
¿Nos cabe la más mínima duda de
qué padre estaba hablando Jesús? ¿Nos cabe la más mínima duda de qué hijos
estaba hablando Jesús? ¡Qué Maestro más maravilloso e irrepetible!
4. Meditación:
a. Indicaciones
para nuestra vida
Gracias a Jesús sabemos con
garantía que Dios es el Padre que tiene hijos que se marchan de Él e hijos que
se quedan con Él. Sabemos que nos ama a unos y a otros con la misma intensidad
y con el mismo desgarro interior. Dios nos quiere como cada uno de nosotros
decidimos comportarnos. Dios sufre y se alegra con cada uno de nosotros. Nos toca a los hijos estar a la altura de
hermanos entre nosotros.
b. Preguntas y cuestiones
¿Qué sentimientos se
generan en mi corazón cuando veo que otros son aceptados, acogidos?
En mi vida de cristiano
¿me alegro de las conversiones de los demás o provocan sentimientos de envidia?
¿Siento envidia si Dios
muestra su amor a otros y no lo siento conmigo?
5,
Contemplación:
Podéis
fiaros y aceptar sin reserva lo que os digo: que Cristo Jesús vino al mundo
para salvar a los pecadores.
6. Oración:
Señor, para dejarnos claro
que lo tuyo es perdonar y tener misericordia, inventaste las parábolas como la
del hijo pródigo, que hablan de la gran alegría que hay en el cielo por la
conversión de un pecador. Gracias, Señor, por haber venido a perdonar a los
pecadores, a perdonarme a mí.
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