<<Es bonito hacer arqueología en la casa de Nazaret para ver cómo construyeron su familia José, María y Jesús y, si es posible, extraer de aquellos cimientos y coordenadas un diseño que hoy nos sea útil y modélico para las nuestras y las de nuestra sociedad>> Manolo Rubio (Consiliario SDB)
Este pasado domingo, 28 de diciembre, el Movimiento de Hogares Don Bosco de Pozoblanco organizaba y participaba de la Eucaristía de la Sagrada Familia, la cual y como vienen siendo habitual es característica y especial para nuestras familias.La misma fue presidida por nuestro consiliario Manolo Rubio con la participación de miembros de Hogares y amenizada por el Coro de Antiguos Alumnos Salesianos.
Al finalizar se procedió al besamanos del niño Dios y al reparto del boletín trimestral de HDB para pasar posteriormente a compartir un momento de encuentro acompañado de unos aperitivos que la Comisión había preparado.
A continuación se detalla la estudiada, profunda y educativa homilía que nuestro Consiliario Manolo Rubio nos transmitió en dicha Eucaristía de la Sagrada Familia.
FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA.- Ciclo B
Es bonito hacer arqueología en la casa de Nazaret
para ver cómo construyeron su familia José, María y Jesús y, si es posible, extraer de aquellos cimientos y
coordenadas un diseño que hoy nos sea útil y modélico para las nuestras y las
de nuestra sociedad.
No deja de ser un atrevimiento por nuestra parte,
querer sacar ejemplos del modo de proceder de la última familia patriarcal -¡Patriarca San
José, decimos!-del Antiguo Testamento, que fue la de Nazaret, ([y tal como, incluso,
algunos de nosotros hemos llegado a experimentar], donde, con frecuencia, la
preeminencia absoluta o casi del varón, la rigidez disciplinaria, la inmediatez
de la obediencia y la amenaza del castigo, eran el ABC de las relaciones
familiares y colegiales), para una familia
nuclear, como la de ahora, en la que, generalmente, al resto de la familia
sólo se considera como extensión, pero no como exigencia de unidad, de
convivencia, de seguridad y estabilidad. (No entro ahora a análisis ni juicios
de valor; sólo a recordar).
Sin embargo, por poco que hurguemos en aquellas
raíces, pronto descubrimos elementos en la construcción, que son tan
válidos ahora como lo fueron entonces: valores y criterios de profundo
calado capaces de sostener en pié,
hasta nuestros días, la tienda tranhumante de Abrahán, el pastor, y de la
familia de un humilde carpintero en los tiempos de Herodes el Grande: la
misericordia, la bondad, la dulzura, la humildad, la comprensión, el perdón, el
esfuerzo, el sacrificio… y, por encima de todo, el amor!. Son los pilares que
sostienen las relaciones de los padres, del matrimonio maduro y creyente, que
luego jugarán un papel primordial en el desarrollo de la personalidad de los
hijos. Si el amor preside en la familia, “el niño se llena de sabiduría y crece
feliz”, nos habría dicho Lc 2,52.
Hay, además un
detalle iluminador que no debemos pasar por alto: <<Los padres de Jesús lo
llevaron a Jerusalén (…), de acuerdo con lo escrito en la Ley del
Señor>>.
En la familia de
Nazaret no solamente se convive, sino que se
construye, se madura y se crece día a día, poniéndose en camino hacia la Casa del
Señor, siguiendo la Ley que
habían aprendido y cuyo cumplimiento les acercaba progresivamente a Dios.
En la casa, en la
Familia de Nazaret, hay unos criterios, unas normas de proceder, que
vienen de la Sabiduría del Espíritu, que se cumplen porque se aman, y que,
precisamente por eso, ayudan a madurar y
a ser felices como personas, como pareja y como familia.
La familia es un ser en marcha, que se construye día a
día. La familia madura, se realiza en la
medida que se descubre como un proyecto en camino, como un proceso en el que ponerse de acuerdo, y
en el que los valores de la alegría, del agradecimiento, de la Palabra de Dios
y la oración son entendidos como la base de ese proceso de convivencia. Los
hijos descubrirán el estilo de vida que deben seguir, asimilando las actitudes
que ven en los padres.
Pero el día a día no
es fácil. Con todo, si se ha elegido
formar una familia así, con los valores evangélicos, habrá que luchar y trabajar por que eso sea así. El diálogo, la
escucha, dedicar tiempo al otro, el respeto mutuo, dar más consideración a las
personas que a las cosas, que al dinero, que a la comodidad, que al deporte,
que a los amigos…, traducido todo ello también en detalles de ternura, de compasión,
de delicadeza, de sensibilidad ante lo que pasa, de mano izquierda, de cuidar
el momento vital de cada uno, de agradecer…, no dejando que la vida pase sin
más…, eso es estar en camino hacia la plenitud de la vocación familiar que nos
inspira la fiesta de hoy.
Que el Padre Bueno
nos enseñe y nos ayude a construir en y por nuestras familias el mundo que Él
ha soñado para nosotros. Pidámoselo así en esta eucaristía.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.