Lectio divina. Bautismo de Jesús


Lectio  divina             Fuente: DABAR
Bautismo de Jesús. Ciclo “C”  13 de Enero 2013
Is 42, 1-4.6-7; Sal 28, 1-4.9-10; Hch 10, 34-38; Lc 3, 15-16.21-22
1.      Oración inicial:
Oh Dios magnífico y omnipotente, que en el Bautismo de Jesús en el Jordán te has manifestado, junto al Espíritu Santo, en tu Trinidad; concede a aquellos que te conocemos por la fe vivir en comunión contigo y comprometernos con la misión encomendada a tu Hijo Jesucristo.
2. Lectura comprensiva: LUCAS 3, 15‑16. 21‑22
En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego». En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto».
3. Comentario bíblico:
a. Aclaraciones al texto
V.16 No merezco. No soy la persona idónea, adecuada, capacitada. Bautismo con agua; bautismo con espíritu santo y fuego. No se trata tanto de una contraposición de ritos cuanto de símbolos. En el Antiguo Testamento espíritu y fuego    son símbolos divinos; no así el agua. Desatar la correa de las sandalias. Expresión gráfica con reminiscencias del antiquísimo derecho consuetudinario judío, según el cual la acción de desatar la correa a alguien expresaba  preeminencia y  derecho sobre él. No merecer desatar la correa del calzado a alguien. No tener derecho sobre él. Espíritu santo y fuego. Probable hendíadis (formulación de un concepto con dos nombres coordinados) con el significado de espíritu santo purificador.
V.21 Cuando todo el pueblo había sido bautizado, cuando Jesús también hubo sido bautizado y estaba orando, se abrió el cielo. Traducción más rigurosamente fiel al texto original que la litúrgica.  

b. Texto
Con su mensaje directo y claro Juan había despertado la conciencia de la gente suscitando en ella la necesidad de un cambio religioso y moral en su día a día. La gente respondió; la gente se ilusionó; la gente concibió esperanzas mesiánicas.
Llegada a este punto, la gente quería saber más, quería más concreción. ¿No sería Juan el esperado, el Mesías de quien siempre se hablaba pero que nunca llegaba?   Juan habló sobre sí mismo con la misma claridad con la que hablaba sobre los demás. Dijo sin ambages que su actuación era lisa y llanamente humana, mientras que la de quien estaba para llegar tendría una capacidad que él no tenía, la de introducirles en el mundo divino y conferirles un espíritu santo purificador.
Este mundo divino lo despliega el evangelista para nosotros en una secuencia de tres verbos: se abrió el cielo, bajó el espíritu santo, se oyó una voz. Juan, el bautismo de la gente y el propio bautismo de Jesús quedan en un segundo plano de pasado. En primer plano de presente está solo Jesús en oración. El dato de la oración es especialmente significativo, por cuanto que indica el medio, el humus habitual de Jesús: Jesús hablaba habitualmente con Dios. Tenemos ya noticia de ello en su mayoría de edad recién estrenada a los doce años (Lc.2,49). La oración era el hábitat de Jesús. En ocasiones ese diálogo alcanzó una concreción y viveza especialmente expresivas. Esta de hoy es una de esas ocasiones, la primera de ellas. De ella deja constancia en bloque toda la tradición evangélica. El dato no es una invención de la tradición; muy al contrario, la tradición surgió porque el dato se dio. A raíz de ser bautizado por Juan y estando hablando con Dios, Dios manifestó explícitamente a Jesús su cercanía y su apoyo. Y Jesús se supo fortalecido y ratificado por Dios, lleno del Espíritu de Dios, especialmente querido por Dios. Así fue como Jesús supo que había llegado el momento de comenzar su misión.    

4. Meditación:
Indicaciones para nuestra vida  
Y así es como nosotros sabemos de la hondura, importancia y trascendencia de la persona de Jesús, Hombre y Dios. Jesús es Hombre con garantía de Dios. Él es el que faltaba en este mundo y era necesario que viniera. En Él palpita físicamente Dios. Él es Refugio, Roca, Camino. ¡No olvidemos orar con Él!
Preguntas y cuestiones

5, Contemplación:
Este Bautismo marcó en Jesús un antes y un después en su vida. ¿Y nuestro Bautismo? ¿Y nuestra confirmación?

6. Oración:
En verdad es justo y necesario darte gracias siempre y en todo lugar y bendecir tu nombre en toda circunstancia, pues, en el Bautismo de Jesús, has llevado a plenitud tu manifestación a los hombres para rescatarlos del poder del pecado y de la muerte, y, por el misterio pascual, obrado por tu Hijo, has querido renovar la humanidad entera en un nuevo paraíso. Por eso, todos los ángeles te cantan en el cielo y nosotros unimos nuestras voces para cantar, con ellos, el himno de tu gloria.


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