LECTIO DIVINA 2º DOMINGO PASCUA


     Lectio  divina             Fuente: DABAR
Domingo 2º de Pascua 7 de Abril de 2013
Hch 5,12-16; Sal 117, 2-4.22-27; Ap 1, 9-11ª.12-13.17-19; Jn 20, 19-31
1.      Oración inicial:
Jesucristo: para hallarte hoy un lugar privilegiado, tu Iglesia. Fuera de ella no te encontró Tomás. Con él te digo, sin haberte visto, pero sí te siento vivo, vivificante y amigo cercano: ¡`Señor mío y Dios mío! Es la confesión pascual de mi fe. 

2. Lectura comprensiva: Juan 20, 19‑31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto». Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
3. Comentario bíblico:
1. Aclaraciones al texto
V.19 El día primero de la semana. El domingo. Los judíos. Por lo general, esta  designación no tiene en el evangelio de Juan connotación étnica sino religiosa; designa a judíos que no reconocían en Jesús al Mesías, en contraposición a los discípulos, judíos que sí reconocían en Jesús al Mesías. Paz a vosotros. Esta expresión se repite en el v.21. Jesús resucitado crea paz, transmite paz: fuerza salvadora que da entereza, libera de miedos, deja impronta en la persona. Va más allá del simple saludo, es un don divino.
V.22 Exhalar el aliento. Este gesto aparece solo aquí en todo el Nuevo Testamento, no así en el Antiguo, donde indica transmisión de vida.   
V.23 Les quedan perdonados, les quedan retenidos. Circunloquio referido a Dios, a quien no se menciona por respeto.
V.25 Hemos visto al Señor. Formulación breve y espontánea de una experiencia real, desbordante, inenarrable.
V.26 Puertas cerradas. Repetición de la misma circunstancia reseñada en el v.19.
V.28 ¡Señor mío y Dios mío! Exclamación espontánea que formula de manera completa quién es realmente Jesús: es el Señor, es Dios (dos maneras distintas de decir lo mismo, dos sinónimos de la misma Persona).
V.30 Signos. Acciones de Jesús que expresan y traslucen más realidad  de la que los sentidos perciben.
b. Texto
¿Qué dice en sí?
En el texto aparecen datos y situaciones, cuya única explicación razonable es la realidad de lo acontecido, que, si ha podido quedar grabado en la memoria, es justamente por haber acontecido: día primero de la semana, a los ocho días, puertas reiteradamente cerradas por miedo reiterado a un exterior hostil, alegría, presencias, ausencias, reticencias.

Jesús estaba entre los discípulos, el mismo al que habían conocido y con el que habían convivido antes de que fuera crucificado; era el Mismo, con cuerpo visible y palpable y, sin embargo, Nuevo; plenamente corpóreo y, sin embargo, no estaba sujeto a las leyes de la corporeidad. Este misterioso conjunto  de identidad y alteridad de Jesús determina un modo de encuentro desconcertante para los discípulos, pero que justo por eso se revela como descripción auténtica de experiencias vividas por ellos.

Experiencias que los cambiaron profundamente, tanto que hicieron de ellos personas con fe: Jesús era ahora su Señor, su Dios. Los discípulos tenían ahora paz, estaban alegres. Jesús, su Señor, su Dios, estaba de nuevo con ellos. Tan increíble como cierto. Estaba con ellos y los hacía partícipes de su misión haciéndolos enviados suyos, al igual que Él lo había sido del Padre; Jesús, su Señor, su Dios, les transmitía su vida nueva, su espíritu divino, haciéndolos portadores del perdón divino.

Ahora bien, ser personas con fe no comportaba que los discípulos hubieran sido crédulos o propensos al engaño. El caso de Tomás es muy esclarecedor al respecto. Encontramos de nuevo el gusto del evangelista por el dato concreto y preciso como garantía de historicidad: uno de los doce, llamado el Mellizo. El hemos visto al Señor de los otros discípulos no le valía a Tomás para creer; también él tenía que ver, ser testigo ocular, más aún, tenía que palpar para creer. Si no, no creo.  A los ocho días, una segunda experiencia vivida por los discípulos cambió a Tomás. Éste vio, palpó y creyó: ¡Señor mío y Dios mío! Espontánea y conmovida confesión de fe perfecta ante la evidencia de la corporeidad gloriosa de un Jesús que Tomás veía y palpaba, un Jesús que hablaba con él y sabía de él, un Jesús que era el Mismo y, a la vez, Nuevo. Y Tomás, por fin, creyó: había llegado a conocer a Jesús, a apreciar con gozo en Jesús a su Señor, a su Dios. Es entonces, cuando Jesús, con Tomás y los demás discípulos como testigos, exclama: ¡Dichosos los que crean sin haber visto! La bienaventuranza y el gozo de la fe  son para los discípulos de todos los tiempos y no solo para los del tiempo de Jesús. Son precisamente estas últimas palabras de Jesús resucitado las que inspiraron al evangelista Juan el objetivo de su evangelio: servir de ayuda a los lectores del mismo en su proceso de descubrimiento de Jesús como Mesías e Hijo de Dios y de esta manera hacerlos partícipes de la vida divina.
4. Meditación:
Indicaciones para nuestra vida

Preguntas y cuestiones
Tomás reconoce a Jesús como el Señor. ¿Quién es Jesús para mí? ¿Soy capaz de reconocerlo como Dios y Señor?
¿Realmente Él tiene el señorío de mi vida? ¿Mi deseo es cumplir su voluntad? ¿En qué pienso cada mañana cuando me levanto y antes de acostarme?
¿En quién pongo mi confianza?
¿Con qué imagen de Dios me relaciono? 
5, Contemplación:
Tomás, el incrédulo, tiene mucho que decir par animar a quienes niegan que Jesús existe, está vivo: de la incredulidad a la fe.
Dichosos los cristianos que creemos sin haber visto: tenemos vid en el nombre de Jesús. 
6. Oración:
En verdad es justo y necesario darte cada día las gracias por toda la bondad que derramas sobre nosotros; pero es un deber mayor hacerlo en este día santísimo de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Encarnado en la Virgen María, vino a nuestro mundo para hacer tu voluntad; en su muerte, ha manifestado la obediencia y fidelidad a ti en nombre de todo el género humano y en su Resurrección resucitamos también cuantos creemos en él. Por todo ello, por tu amor y tu misericordia para con todos nosotros, te daremos gracias por siempre; permítenos ahora unirnos a los ángeles y a los santos para cantar, llenos de gozo y de júbilo, el himno de tu gloria.

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