PRIMER ALBUN DE FOTOS DEL CONGRESO DE LA FASA


Primer álbum de fotos disponible


Primer de fotos disponible

Desde Salesianos Sevilla nos llegan las primeras fotos oficiales del Congreso ¡No te las pierdas!

Todas las fotos disponibles aquí:
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¡El Congreso ha sido un éxito!

Una vez concluido a la Familia Salesiana nos toca que la sinergia vivida este fin de semana corra por todos nosotros y por todos los que nos rodean.

Mándanos fotos, vídeos,  crónicas... de lo vivido juntos estos días acifasasevilla@gmail.com y lo podrás ver en este mismo blog.

Muchas gracias a todos los que he han hecho posible la rica experiencia vivida este pasado fin de semana. Una matrícula de honor para todos.

"Con el corazón de Don Bosco saludo a todos los participantes al Congreso deseándoos una hermosa y fecunda experiencia de salesianidad " (Don Pascual Chávez, Rector Mayor de los salesianos)

CRÓNICA CONGRESO FAMILIA SALESIANA


Crónica del Congreso


El 27 y 28 de abril en el colegio de Salesianos Trinidad se reunía gran parte de la Familia Salesiana de la inspectoría de Sevilla en un ambiente de fiesta, celebrativo y formativo para celebrar el Congreso Inspectorial de la Familia Salesiana con motivo del camino "Rumbo al 2015", y que tenía como objetivo profundizar sobre la reciente Carta de Identidad de la Familia Salesiana, que tanta importancia le ha dado el Rector Mayor, Don Pascual Chávez Villanueva.

El sábado comenzó el congreso donde asistieron miembros de varios de los grupos de las familia salesiana: Salesianos Cooperadores, Voluntarias de Don Bosco, Antiguos Alumnos de Don Bosco, Antiguos Alumnos de María Auxiliadora, Asociación de María Auxiliadora, Hogares de Don Bosco, Hijas de María Auxiliadora, Salesianos de Don Bosco y también otros grupos afines como son las Cofradías y Hermandades Salesianas.

Desde las nueve de la mañana  llegaban los participantes al colegio, donde se les daba las acreditaciones y la bienvenida a la casa. Una vez reunidos los presentes, incluidos el vicario general de los salesianos, Don Adriano Bregolín, y el Inspector de Salesianos Sevilla, Don Francisco Ruiz, comenzaba la eucaristía en una basílica llena hasta la bandera a las diez de la mañana.

A las once Jose Javier García Carpintero, salesiano cooperador de Salesianos Trinidad, inauguraba el congreso en el teatro y daba paso a Don Bregolín para dar la primera ponencia: “Carta de Identidad de la Familia Salesiana” donde dio muchas claves sobre nuestra realidad muy interesantes, destacando la importancia de la comunión de toda la Familia Salesiana.

A la una de la tarde los participantes se separaron en equipos de trabajo para trabajar el tema propuesto en la ponencia anterior mediante preguntas y debate.

Después del almuerzo los grupos de la familia salesiana se daban a conocer en diferentes stands, donde los congresistas asistían para conocer a otros grupos que no fueran los suyos mediante charlas, vídeos y preguntas.

Por la tarde, a las seis y media pasada comenzaba la segunda ponencia del día: "La Espiritualidad de la Familia Salesiana" con D. José Miguel Núñez, Regional de Europa Oeste, que a través de una fantástica presentación llena de vídeos, canciones y recortes de la vida de Don Bosco nos recordaba las claves de la espiritualidad salesiana. 

Nuevamente los participantes se separaron en equipos de trabajo para trabajar el tema propuesto en la ponencia anterior mediante la dinámica de preguntas y debate.

Después de la cena se celebró una divertida Velada con magos, canciones de musicales y otros números en el teatro del colegio.
  
Al día siguiente, durante el domingo, los grupos de la familia salesiana tuvieron sus propias asambleas para analizar, compartir y dar datos sobre la realidad de cada grupo por separado.

A la una de la tarde del domingo se celebró una Solemne Eucaristía presidida por Don Bregolin, donde no cabía un alfiler y en la que se tuvo que habilitar una sala para que todos pudieran seguirla. Una eucaristía preciosa con un gran coro, y con gestos y símbolos de gran importancia más unas esperanzadoras palabras de Don Bregolin para toda la familia salesiana. 

Una vez concluido el congreso con el almuerzo de despedida llegaba el momento de volver a los lugares de origen, con la ilusión de compartir todo lo vivido durante el fin de semana para hacer realidad el Reino de Dios con el estilo de Don Bosco. En definitiva un gran congreso para el recuerdo.

LECTIO DIVINA DOMINGO 4º DE PASCUA


     Lectio  divina             Fuente: DABAR
Domingo 4º de Pascua 21 de Abril de 2013. Ciclo C
Hch 13, 13.43-52; Sal 99, 2-5; Ap 7, 9.14b-17; Jn 10, 27-30
1.      Oración inicial:
Jesucristo: Hablas de rebaño y de ovejas, pero no eres pastor de manadas, sino de cada oveja en particular. Me quieres personalmente y escucho tu voz que me da plena seguridad, porque4 estoy en tus manos: es la inmensa seguridad de la fe.

2.      Lectura comprensiva: JUAN 10, 27‑30

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arre­batará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arreba­tarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno».

3. Comentario bíblico:
a. Aclaraciones al texto
V.27 Pastor-Ovejas. Imagen con raigambre en el Antiguo Testamento, donde Dios mismo aparece como el pastor de Israel que se desvive por sus ovejas. La imagen marcó profundamente la piedad de Israel y, sobre todo en tiempos de calamidad, se convirtió en un mensaje de consuelo y confianza.
V.28 Yo las conozco. Conocer es un verbo profusamente atestiguado en el cuarto evangelio, mucho más que en los sinópticos y con una semántica mucho más desarrollada y rica. Conocer engloba el ámbito del pensar, propio de la razón, y el de la comunión, propio de una relación interpersonal fluida y familiar.  
Vida eterna. Vida sin fin, participación de la vida de Dios. No perecer para siempre. No perecer jamás.
V.30 El Padre. Término consagrado por Jesús para hablar de Dios. Jesús sólo pensaba en Jesús en términos de Padre.
b. Texto  
Las autoridades judías del Templo de Jerusalén han preguntado vehementemente a Jesús si él era el Mesías enviado por Dios (10,24). Ésta será la pregunta que, en los evangelios sinópticos, se le hará a Jesús en el proceso ante el Sanedrín, episodio éste que en el cuarto evangelio no va a ser considerado como un juicio propiamente dicho. Ello querría decir que el cuarto evangelista estaría escribiendo el texto de hoy en clave de proceso anticipado a Jesús.
En su respuesta a las autoridades, Jesús no emplea el término Mesías con el que éstas le han preguntado,  sino que se sirve de la imagen Pastor-Ovejas. ¿Esquiva Jesús la pregunta de las autoridades? En absoluto; Jesús responde de manera menos propensa a equívocos. Mesías era un término con connotaciones diversas; Pastor, no. Haciendo suya la imagen de pastor de ovejas, Jesús estaba asumiendo una prerrogativa que, en la Escritura Santa, correspondía a Dios. Las autoridades no podían menos de concluir que Jesús se equiparaba a Dios y ello constituía la blasfemia por antonomasia y, como tal, merecedora de la pena de muerte. De hecho, ésta es la conclusión que las autoridades sacaron. Léase 10,33: Los judíos trajeron piedras para apedrearlo.
Jesús no fue equívoco en su respuesta: Yo y el Padre somos uno. Si las ovejas (los suyos) escuchan a Jesús es porque lo aceptaban en términos de sintonía y de unidad con Dios, algo que las autoridades judías del Templo no hacían. Más aún, las ovejas (los suyos, los creyentes) aprendían de Jesús a pensar en Dios y a hablar de Él en términos de Padre. Entre Jesús y los suyos (los creyentes) existían un conocimiento y un trato que no existían entre Jesús y las autoridades. Entre Jesús y los suyos había sintonía, cercanía, familiaridad. Es en este marco en el que Jesús puede aportar lo específico suyo y del Padre: vida eterna, protección, seguridad. Jesús comunica su propia vida, la vida misma de Dios, divina, imperecedera; Jesús defiende a los suyos; éstos están asegurados desde dentro contra el riesgo de la inseguridad eterna.   
4. Meditación:
Indicaciones para nuestra vida 
Jesús me dice consuelo, protección, seguridad, confianza. Y me dice todo eso, porque Jesús me da la vida misma del Padre Dios.
Gracias a Jesús me sé y me siento vivo con la vida misma del Padre Dios; experimento los desvelos y los cuidados del Padre Dios. Gracias a Jesús me siento seguro, porque me sé protegido por el Padre Dios. Gracias a Jesús vivo de la verdad y de ser amado, de ser amado por la Verdad
Preguntas y cuestiones
El texto nos plantea la confianza que tenemos depositada en Dios, Cristo mismo es quien nos dice que una vez que formamos parte del rebaño, si nosotros no queremos nadie puede arrebatarnos de las manos de Dios.
¿En mi vida, en mi quehacer diario, confío que estoy en manos del Padre? ¿Siento que no estoy solo ahí, que me acompañan mis hermanos? Jesús ha resucitado y está junto al Padre pero yo no tengo por qué sentirme solo, abandonado. Yo también estoy en las manos del Padre. ¿Me abandono a su voluntad o caigo en el dejarme llevar o me resisto a ella? ¿Confío, soy un crédulo, o un indomable?
5, Contemplación:
Mi Padre, supera a todos, y nadie puede arreba­tarlas de la mano del Padre. (Jn 10, 29)
6. Oración:
Cristo ha resucitado y nosotros somos miembros de su rebaño, esta semana que comienza trabajemos la confianza, el dejarnos moldear y anunciemos que Cristo está con nosotros para siempre. Hay una cita de Los sacramentos de la vida que dice que al morirse el padre del autor no se lo ha llevado sino que lo ha introducido más a fondo en sus corazones. Disfrutemos de esa sensación y anunciemos esa alegría de saber que no se ha ido, sino que está más a fondo en nuestros corazones.

BOLETÍN Nº 2 HDB



ENTRE COPAS Y COPLAS



LECTIO DIVINA. 3ºDOMINGO DE PASCUA


         Lectio  divina             Fuente: DABAR
  Domingo 3º de Pascua_ 14 de Abril de 2013_Ciclo “C”  
Hch 5, 27b-32. 40b-41; Sal 29, 2-13; Ap 5, 11-14; Jn 21, 1-19
1. Oración inicial:
Dios Padre Bueno, Tú has resucitado  de la muerte a Tu Hijo Jesús. Ayúdanos a vivir centrados en tu amor, siguiendo el modo de vida que nos has mostrado en Cristo, Muerto y Resucitado para nuestra salvación.
2. Lectura comprensiva: JUAN 21,1‑19
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberiades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar». Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo». Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?» Ellos contestaron: «No». Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor». Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger». Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: «Vamos, almorzad». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.
3. Comentario bíblico:
a. Aclaraciones al Texto
V.1 Se apareció otra vez a los discípulos. Por referencia a otras veces anteriores (20,19 y 20,26). Más adelante se concretará esta nueva vez como la tercera (21,14).
V.4 No sabían que era Jesús. No sabían que estaban ante el hombre Jesús que habían conocido antes de que muriera.
V.7 El discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: Es el Señor. Este discípulo, designado así y nunca por su nombre propio, sólo aparece en el cuarto evangelio y sólo a partir del capítulo 13. Lo característico suyo es la capacidad de visión, de conocimiento en profundidad.
Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica.  El término túnica es aquí inapropiado, por cuanto que en la antigüedad la túnica era una prenda interior. El término empleado en el original designa una prenda que se llevaba sobre la ropa interior, en este caso, la ropa de faena de un trabajador, algo asó como un blusón propio de pescadores. Bajo ese blusón Pedro no llevaba ropa interior y, en este sentido, estaba desnudo. Vestido únicamente con su blusón de pescador, Pedro se lo sujetó a la cintura para nadar más fácilmente y se echó al agua. Se ató. Más correcto: se ciñó. Este mismo verbo volverá a aparecer correctamente traducido en el v.18.
V.12 Ninguno se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Ahora ya sabían que estaban ante el hombre Jesús que habían conocido antes de morir, era el  mismo hombre, pero lo era de una manera totalmente nueva y misteriosa para ellos: Jesús era el Señor, enraizado en el misterio a semejanza de Dios. Ese misterio les abrumaba.
V.18 Te lo aseguro rotundamente. Transposición acertada del original en verdad, te digo. Fórmula aseverativa antepuesta confiriendo garantía y énfasis a lo que se dice a continuación. Su uso antepuesto es exclusivo de Jesús. En el evangelio de Juan el en verdad está siempre duplicado: En verdad, en verdad digo. De ahí el rotundamente de la transposición.
b. Texto
¿Qué dice en sí mismo?
El propio texto nos invita a dividirlo en dos partes.
Vs.1-14. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos.
Sorprende la acumulación de datos concretos y la precisión de los detalles (número de discípulos, lugar, detalles relativos a la distancia de la orilla y al número de peces grandes capturados, modo de estar vestido Pedro, número de orden de la aparición, brasas con un pescado, desayuno a base de pescado y pan). Todo es de una sencillez demasiado trivial como para ser inventado.
Sorprende también el aspecto contradictorio de lo experimentado por los discípulos (no sabían que era Jesús; sí lo sabían y, por ello mismo, se sentían como paralizados ante el misterio divino que descubrían en Jesús). Desconcertante experiencia contradictoria de no reconocimiento y de reconocimiento, muy poco favorable desde un objetivo apologético, pero que justo por eso se revela como descripción auténtica de una experiencia no inventada ni manipulada por los siete discípulos que la vivieron. Y es que Jesús era realmente así para ellos: el mismo hombre de carne y hueso que habían conocido, pero simultáneamente distinto a como lo habían conocido. Desde dentro distinto, desde fuera el mismo. Todo, el dentro y el fuera, era a la vez real y miserioso para ellos y como tal les entraba por los ojos sin que ellos pudieran hacer nada por evitarlo o impedirlo. Jesús estaba allí y así ante ellos. Hubo quien lo captó antes y quien lo captó después. Pero todos acabaron captándolo o, lo que es lo mismo, todos acabaron creyendo.
Vs.15-19 ¡Señor! Tú conoces todo, tú sabes que te quiero.
¡Sígueme!                                                                                                                                             
Estos versículos remiten a las palabras de Jesús a Pedro en la última cena,  a raíz de la negativa de éste a dejarse lavar los pies por Jesús. Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora; lo comprenderás más tarde (13,7). Estos versículos recogen ese más tarde de la progresión histórica personal de Pedro. Todo en ellos tiene un carácter personal, incluso íntimo, que recuerda a los lectores un antes poco glorioso y nada afortunado de Pedro. Tampoco estos versículos son pura invención. La triple formulación de la pregunta ¿me amas? (vs.15.16.17) remite a la triple negación de Pedro (18,17.25.27). Pedro había negado ser discípulo de Jesús; Jesús resucitado pregunta ahora a Pedro si quiere serlo. Jesús ya  había prevenido antes a Pedro contra su arrogancia: “¿Qué darás tu vida por mí? Te lo aseguro rotundamente: no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces” (13,38). Pedro ha aprendido ahora a ser humilde: Entristecido dijo a Jesús: Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero. Pedro está, ahora sí,  en condiciones de entender y comprender el alcance de una invitación que Jesús, como Jesús, ya le había hecho y que como Jesús resucitado vuelve a hacérsela: ¡Sígueme!  Pedro pone así broche de oro a una historia personal hasta ahora incompleta. Ahora comprende Pedro lo que antes solo superficialmente entendía. Ahora está de verdad en condiciones de seguir a Jesús.
. ¿Qué dice para mí?
En sentido y agradecido reconocimiento a Benedicto XVI transcribo con palabras suyas los aprendizajes de Pedro:   ”Tiene que aprender que el martirio no es un acto heroico, sino un don gratuito de la disponibilidad para sufrir por Jesús. Tiene que olvidarse de la heroicidad de sus propias acciones y aprender la humildad del discípulo. Tiene que aprender a esperar su hora; tiene que aprender la espera, la perseverancia. Tiene que aprender el camino del seguimiento, para ser llevado después, a su hora, donde él no quiere, y recibir la gracia del martirio”. Tiene, en definitiva que aprender a “no prescribir a Dios lo que Dios tiene que hacer, sino aprender a aceptarlo tal como Él mismo se nos manifiesta; no querer ponerse a la altura de Dios, sino dejarse plasmar poco a poco, en la humildad del servicio, según la verdadera imagen de Dios”.
4. Meditación:
a. Indicaciones para nuestra vida
Jesús el Señor no se toma la revancha. No nos humilla por nuestros fallos. No se recrea pasándonos delante de nuestras narices una y otra vez nuestros errores. Tampoco le quita importancia a nuestras equivocaciones. Nos invita a ser conscientes de que el amor es la clave para entender nuestros pecados pasados, y sobre todo para seguir adelante, para afrontar de nuevo la vida, con ánimos renovados, “convertidos”, perdonados.

Las dos escenas del Evangelio de hoy – la pesca milagrosa y la comida de Jesús resucitado con los  discípulos - nos recuerdan que es posible también ahora empezar de nuevo. La esperanza es posible hoy y aquí. El amor de Cristo crucificado y resucitado lo renueva todo.
b. Preguntas y cuestiones
Juan reconoce al Señor y no puede callarse, descubre la identidad del desconocido y tiene la necesidad de compartirlo. Esta es la principal obligación de todo cristiano: reconocer al Señor como tal y comunicarlo. Es el Señor, es el grito de quien reconoce a Jesús como el Señor de su vida, como aquél que tiene el señorío de mi vida. ¿Vivo como si Jesús fuese el Señor de mi vida?
Eso implica un comportamiento con los demás, seguir su mensaje y proclamar como Juan: “es el Señor”. ¿Trato a los demás según estas enseñanzas? ¿Proclamo al Señor allá donde voy?
5, Contemplación:
¿Me quieres? Es la pregunta personal que te hace Cristo, conociendo tus criterios mundanos. Y espera tu respuesta.
A la vista de tus desvelos por nosotros, no podemos tener otra respuesta: Sí, tú sabes que te quiero.
6. Oración:
Jesucristo: Creo firmemente que Tú eres el enviado del Padre. ¿Qué sería mi vida sin ti? Por eso te busco, porque te necesito, porque sin ti mi vida no tendría rumbo ni sentido, porque tú eres el único amigo siempre fiel y solícito, que me garantiza la gracia para creer en ti, el enviado del Padre, y trabajar siempre por el alimento que perdura. Es el alimento de la Eucaristía, el “sacramento de nuestra fe”.

SIETE CLAVES PARA UNA FAMILIA FELIZ


Siete claves para una familia feliz

Todos queremos una familia feliz. En nuestra sociedad cada día abundan más los divorcios, los malos tratos, la infidelidad, la incomunicación, el egoísmo... ¿Qué está pasando? Parece que todos los hogares se deshacen a nuestro alrededor pero en cambio todos queremos una familia feliz. ¿Qué hacer?

En este breve artículo queremos dar siete claves para una familia feliz. No son una formula mágica, pero aplicarlas en casa puede marcar la diferencia.

1. COMPROMISO
La familia fue diseñada por Dios con el fin de ser de apoyo a cada uno de sus miembros y para promover las relaciones y el desarrollo de todos nosotros. Pero lo que más seguridad da a los hijos es ver que sus padres son un equipo. Que están unidos y comprometidos a construir un hogar.

En nuestra sociedad individualista todo es confuso. No se sabe qué es ser hombre y que es ser mujer, pero hemos sido creados diferentes para complementarnos.

Y compromiso supone también fidelidad; no sólo fidelidad sexual en el matrimonio, sino en el tiempo, la dedicación, la compañía... ¿O está ocupando el trabajo el lugar de tu marido? ¿Estás escuchando la tele en vez de escuchar a tus hijos?

El compromiso trae seguridad y paz.

2. EL TIEMPOEl tiempo es un bien precioso, y muy escaso, por eso el tiempo que dediques a los tuyos mostrará el compromiso que tienes con ellos. El tiempo es como el aire: hace falta un mínimo para vivir, y la familia sin tiempo para los suyos se va ahogando.

“Los padres han sido sustituidos por el plástico” - decía una profesora de preescolar. Y es verdad, porqué el niño pasa más tiempo con sus juguetes que con papá y mamá.

Se hizo una encuesta a mil personas mayores de 80 años preguntándoles qué harían ahora que no hicieron durante su vida, y la respuesta que ocupó el segundo lugar en importancia fue: "Pasaría más tiempo con las personas a las que he amado”.

3. COMUNICACIÓN
Dice una cita bíblica: "Todo hombre sea pronto para oír, tardo en hablar, y tardo en airarse". Pero ¿Cuantas veces nos gritamos en vez de hablar?

La comunicación sincera, transparente, en la que se hable, se escuche y se comprenda, es a la familia como la savia al árbol.

La comunicación auténtica y honesta permite que todos expresen cómo se sienten, qué quieren y qué piensan, sin reproches ni críticas.

¿Y no es la intimidad sexual una forma de comunicación? ¿Y qué comunicas? ¿Deseo u obligación? ¿Interés en el placer del otro o egoísmo? ¿Amor o resignación?

En toda comunicación debe haber respeto y amor.

4. AMOREl amor es lo que mantiene viva una familia. Sin amor un bebé muere, un adolescente se

mete en drogas y el matrimonio se convierte en funeraria.

El amor no se "hace", sino que se vive, se cultiva, se muestra y se expresa de una manera práctica día a día. Cada vez que le dejas ver a tu esposo lo contenta que estás de él; cada vez que les dices a tus hijos lo bien que han hecho los deberes; en cada pequeña cosa puedes decirles "te quiero". Qué poco alabamos a los nuestros y cuán fácil resulta criticarlos, ¿verdad?

Si amas a los tuyos deja que lo sepan. Piensa: ¿Cómo puedo expresar amor a cada miembro de mi familia?

5. FE
La fe es uno de los ingredientes más ausentes en las familias de nuestra tierra.

El Dr. Stinnett hizo un estudio sobre la fe y la vida familiar, y averiguó que la fe en común y una vida religiosa auténtica conlleva mayor felicidad en el matrimonio, menor número de divorcios y separaciones y una vida más larga.

Unos padres que tengan una fe personal y viva en Dios, un hogar en que El sea el centro tendrá una influencia beneficiosa sobre los hijos. Disfrutaran de una mayor seguridad, una sensibilidad por lo no material, una ética solidaria, etc.

Pero hablamos de una fe real, no de ir a la iglesia por compromiso, no de hablar una cosa y hacer otra... ¿Qué dios adoráis en casa? La tele, el trabajo, el coche... o a Dios.

Dice el profeta Isaías: "Los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantaran alas como las águila; correrán, y no se cansaran; caminaran, y no se fatigaran".

6. RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
Dicen que hay tres cosas seguras en esta vida: Impuestos, Muerte y Conflictos.

Todo puede producir conflictos en el hogar: matrimonio, hijos, estrés, agotamiento... Pero el problema real no es el conflicto, sino más bien qué hacemos para solucionarlo: ¿gritamos? ¿salimos corriendo? ¿nos hundimos? ¿nos insultamos?

Afrontemos los problemas con serenidad y de manera constructiva, pensemos que nuestros hijos aprenderán de nosotros a afrontar los conflictos e imitaran lo que vean en casa. ¿Sabes quién sufre más cuando dos elefantes se pelean? La hierba. En cada conflicto matrimonial piensa en tus hijos, porqué ellos son los que más pueden sufrir.

7. SERVICIO
La familia no debe ser un centro de egoísmo, sino un centro de apertura y de ayuda a los demás. La familia, unida, puede fortalecer a los otros y ayudarles a crecer.

La gran mayoría de problemas familiares y psicológicos tienen su origen en un exceso de auto-contemplación. Nos miramos tanto a nosotros mismos que como Narciso podemos llegar a creer que nuestro ombligo es el centro del universo. Está bien cuidarse, arreglarse, ir limpios, presentables y ser agradables a la gente, pero hay una joya aún mucho más preciosa que es "un espíritu afable y apacible", como escribió el apóstol Pedro.

Debemos ayudar a otros como familia, porque nadie es tan rico que no necesite ayuda ni tan pobre que no la pueda dar. El propósito de la vida no es vivir para uno mismo, sino poder mirar atrás y ver que has podido ser de ayuda para muchos y has vivido según la voluntad de Dios.

CONCLUSIÓN
Para concluir, recordemos que una familia sólida y feliz tiene 7 características:

l. Están todos comprometidos unos con otros.
2. Pasan tiempo juntos.
3. Tienen una buena comunicación.
4. Se quieren y se expresan amor entre ellos.
5. Tienen fe en Dios y una vida espiritual real.
6. Son capaces de resolver sus conflictos.
7. Tienen un proyecto de vida y de servicio.

UNA FAMILIA FELIZ NO OCURRE DE LA NOCHE A LA MAÑANA, SINO QUE ES EL RESULTADO DEL ESFUERZO DIARIO DE CADA UNO DE SUS MIEMBROS.
Haz que esto se haga realidad en tu hogar.

LECTIO DIVINA 2º DOMINGO PASCUA


     Lectio  divina             Fuente: DABAR
Domingo 2º de Pascua 7 de Abril de 2013
Hch 5,12-16; Sal 117, 2-4.22-27; Ap 1, 9-11ª.12-13.17-19; Jn 20, 19-31
1.      Oración inicial:
Jesucristo: para hallarte hoy un lugar privilegiado, tu Iglesia. Fuera de ella no te encontró Tomás. Con él te digo, sin haberte visto, pero sí te siento vivo, vivificante y amigo cercano: ¡`Señor mío y Dios mío! Es la confesión pascual de mi fe. 

2. Lectura comprensiva: Juan 20, 19‑31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto». Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
3. Comentario bíblico:
1. Aclaraciones al texto
V.19 El día primero de la semana. El domingo. Los judíos. Por lo general, esta  designación no tiene en el evangelio de Juan connotación étnica sino religiosa; designa a judíos que no reconocían en Jesús al Mesías, en contraposición a los discípulos, judíos que sí reconocían en Jesús al Mesías. Paz a vosotros. Esta expresión se repite en el v.21. Jesús resucitado crea paz, transmite paz: fuerza salvadora que da entereza, libera de miedos, deja impronta en la persona. Va más allá del simple saludo, es un don divino.
V.22 Exhalar el aliento. Este gesto aparece solo aquí en todo el Nuevo Testamento, no así en el Antiguo, donde indica transmisión de vida.   
V.23 Les quedan perdonados, les quedan retenidos. Circunloquio referido a Dios, a quien no se menciona por respeto.
V.25 Hemos visto al Señor. Formulación breve y espontánea de una experiencia real, desbordante, inenarrable.
V.26 Puertas cerradas. Repetición de la misma circunstancia reseñada en el v.19.
V.28 ¡Señor mío y Dios mío! Exclamación espontánea que formula de manera completa quién es realmente Jesús: es el Señor, es Dios (dos maneras distintas de decir lo mismo, dos sinónimos de la misma Persona).
V.30 Signos. Acciones de Jesús que expresan y traslucen más realidad  de la que los sentidos perciben.
b. Texto
¿Qué dice en sí?
En el texto aparecen datos y situaciones, cuya única explicación razonable es la realidad de lo acontecido, que, si ha podido quedar grabado en la memoria, es justamente por haber acontecido: día primero de la semana, a los ocho días, puertas reiteradamente cerradas por miedo reiterado a un exterior hostil, alegría, presencias, ausencias, reticencias.

Jesús estaba entre los discípulos, el mismo al que habían conocido y con el que habían convivido antes de que fuera crucificado; era el Mismo, con cuerpo visible y palpable y, sin embargo, Nuevo; plenamente corpóreo y, sin embargo, no estaba sujeto a las leyes de la corporeidad. Este misterioso conjunto  de identidad y alteridad de Jesús determina un modo de encuentro desconcertante para los discípulos, pero que justo por eso se revela como descripción auténtica de experiencias vividas por ellos.

Experiencias que los cambiaron profundamente, tanto que hicieron de ellos personas con fe: Jesús era ahora su Señor, su Dios. Los discípulos tenían ahora paz, estaban alegres. Jesús, su Señor, su Dios, estaba de nuevo con ellos. Tan increíble como cierto. Estaba con ellos y los hacía partícipes de su misión haciéndolos enviados suyos, al igual que Él lo había sido del Padre; Jesús, su Señor, su Dios, les transmitía su vida nueva, su espíritu divino, haciéndolos portadores del perdón divino.

Ahora bien, ser personas con fe no comportaba que los discípulos hubieran sido crédulos o propensos al engaño. El caso de Tomás es muy esclarecedor al respecto. Encontramos de nuevo el gusto del evangelista por el dato concreto y preciso como garantía de historicidad: uno de los doce, llamado el Mellizo. El hemos visto al Señor de los otros discípulos no le valía a Tomás para creer; también él tenía que ver, ser testigo ocular, más aún, tenía que palpar para creer. Si no, no creo.  A los ocho días, una segunda experiencia vivida por los discípulos cambió a Tomás. Éste vio, palpó y creyó: ¡Señor mío y Dios mío! Espontánea y conmovida confesión de fe perfecta ante la evidencia de la corporeidad gloriosa de un Jesús que Tomás veía y palpaba, un Jesús que hablaba con él y sabía de él, un Jesús que era el Mismo y, a la vez, Nuevo. Y Tomás, por fin, creyó: había llegado a conocer a Jesús, a apreciar con gozo en Jesús a su Señor, a su Dios. Es entonces, cuando Jesús, con Tomás y los demás discípulos como testigos, exclama: ¡Dichosos los que crean sin haber visto! La bienaventuranza y el gozo de la fe  son para los discípulos de todos los tiempos y no solo para los del tiempo de Jesús. Son precisamente estas últimas palabras de Jesús resucitado las que inspiraron al evangelista Juan el objetivo de su evangelio: servir de ayuda a los lectores del mismo en su proceso de descubrimiento de Jesús como Mesías e Hijo de Dios y de esta manera hacerlos partícipes de la vida divina.
4. Meditación:
Indicaciones para nuestra vida

Preguntas y cuestiones
Tomás reconoce a Jesús como el Señor. ¿Quién es Jesús para mí? ¿Soy capaz de reconocerlo como Dios y Señor?
¿Realmente Él tiene el señorío de mi vida? ¿Mi deseo es cumplir su voluntad? ¿En qué pienso cada mañana cuando me levanto y antes de acostarme?
¿En quién pongo mi confianza?
¿Con qué imagen de Dios me relaciono? 
5, Contemplación:
Tomás, el incrédulo, tiene mucho que decir par animar a quienes niegan que Jesús existe, está vivo: de la incredulidad a la fe.
Dichosos los cristianos que creemos sin haber visto: tenemos vid en el nombre de Jesús. 
6. Oración:
En verdad es justo y necesario darte cada día las gracias por toda la bondad que derramas sobre nosotros; pero es un deber mayor hacerlo en este día santísimo de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Encarnado en la Virgen María, vino a nuestro mundo para hacer tu voluntad; en su muerte, ha manifestado la obediencia y fidelidad a ti en nombre de todo el género humano y en su Resurrección resucitamos también cuantos creemos en él. Por todo ello, por tu amor y tu misericordia para con todos nosotros, te daremos gracias por siempre; permítenos ahora unirnos a los ángeles y a los santos para cantar, llenos de gozo y de júbilo, el himno de tu gloria.

HOMILÍA DEL PAPA EN LA EUCARISTÍA DE SU ENTRONIZACIÓN


SANTA MISA
IMPOSICIÓN DEL PALIO
Y ENTREGA DEL ANILLO DEL PESCADOR
EN EL SOLEMNE INICIO DEL MINISTERIO PETRINO
DEL OBISPO DE ROMA
HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Plaza de San Pedro
Martes 19 de marzo de 2013
Solemnidad de San José
Queridos hermanos y hermanas
Doy gracias al Señor por poder celebrar esta Santa Misa de comienzo del ministerio petrino en la solemnidad de san José, esposo de la Virgen María y patrono de la Iglesia universal: es una coincidencia muy rica de significado, y es también el onomástico de mi venerado Predecesor: le estamos cercanos con la oración, llena de afecto y gratitud.
Saludo con afecto a los hermanos Cardenales y Obispos, a los presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas y a todos los fieles laicos. Agradezco por su presencia a los representantes de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, así como a los representantes de la comunidad judía y otras comunidades religiosas. Dirijo un cordial saludo a los Jefes de Estado y de Gobierno, a las delegaciones oficiales de tantos países del mundo y al Cuerpo Diplomático.
Hemos escuchado en el Evangelio que «José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer» (Mt 1,24). En estas palabras se encierra ya la la misión que Dios confía a José, la de ser custos, custodio. Custodio ¿de quién? De María y Jesús; pero es una custodia que se alarga luego a la Iglesia, como ha señalado el beato Juan Pablo II: «Al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y modelo» (Exhort. ap. Redemptoris Custos, 1).
¿Cómo ejerce José esta custodia? Con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad y total, aun cuando no comprende. Desde su matrimonio con María hasta el episodio de Jesús en el Templo de Jerusalén a los doce años, acompaña en todo momento con esmero y amor. Está junto a María, su esposa, tanto en los momentos serenos de la vida como los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús
¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia? Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio; y eso es lo que Dios le pidió a David, como hemos escuchado en la primera Lectura: Dios no quiere una casa construida por el hombre, sino la fidelidad a su palabra, a su designio; y es Dios mismo quien construye la casa, pero de piedras vivas marcadas por su Espíritu. Y José es «custodio» porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas. En él, queridos amigos, vemos cómo se responde a la llamada de Dios, con disponibilidad, con prontitud; pero vemos también cuál es el centro de la vocación cristiana: Cristo. Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, salvaguardar la creación.
Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres. Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien. En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios.
Y cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido. Por desgracia, en todas las épocas de la historia existen «Herodes» que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer.
Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro. Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura.
Y aquí añado entonces una ulterior anotación: el preocuparse, el custodiar, requiere bondad, pide ser vivido con ternura. En los Evangelios, san José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura.
Hoy, junto a la fiesta de San José, celebramos el inicio del ministerio del nuevo Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, que comporta también un poder. Ciertamente, Jesucristo ha dado un poder a Pedro, pero ¿de qué poder se trata? A las tres preguntas de Jesús a Pedro sobre el amor, sigue la triple invitación: Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas. Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado (cf. Mt 25,31-46). Sólo el que sirve con amor sabe custodiar.
En la segunda Lectura, san Pablo habla de Abraham, que «apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza» (Rm 4,18). Apoyado en la esperanza, contra toda esperanza. También hoy, ante tantos cúmulos de cielo gris, hemos de ver la luz de la esperanza y dar nosotros mismos esperanza. Custodiar la creación, cada hombre y cada mujer, con una mirada de ternura y de amor; es abrir un resquicio de luz en medio de tantas nubes; es llevar el calor de la esperanza. Y, para el creyente, para nosotros los cristianos, como Abraham, como san José, la esperanza que llevamos tiene el horizonte de Dios, que se nos ha abierto en Cristo, está fundada sobre la roca que es Dios.
Custodiar a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos; he aquí un servicio que el Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado.
Imploro la intercesión de la Virgen María, de san José, de los Apóstoles san Pedro y san Pablo, de san Francisco, para que el Espíritu Santo acompañe mi ministerio, y a todos vosotros os digo: Orad por mí. Amen.

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