Lectio divina Fuente: DABAR
Domingo_21º T.O. Ciclo “C” 25 de Agosto de 2013
Is 66, 18-21; Sal 116, 1-2;
Heb 12, 5-7.11-13; Lc 13, 22-30
1. Oración.
Oh Dios, que unes los corazones de tus fieles en un solo deseo,
inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas,
para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén
firmes en la verdadera alegría.
2. Lectura comprensiva: Lucas
13,22-30
Jesús iba
enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una
persona le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?» Él
respondió: «Tratad de entrar por la puerta estrecha, porque os aseguro que
muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se
levante y cierre la puerta, vosotros, desde afuera, os pondréis a golpear la
puerta, diciendo: “Señor, ábrenos”. Y él os responderá: “No sé de dónde quienes
sois”. Entonces comenzarán a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú
enseñaste en nuestras plazas”. Pero él les dirá: “No sé de dónde sois; ¡apartaos
de mí todos los que hacéis el mal!” Allí habrá llantos y rechinar de dientes,
cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de
Dios, y vosotros seréis arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de
Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar vuestro lugar en el banquete del Reino
de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que
son los primeros y serán los últimos».
3. Comentario
bíblico:
Las palabras de
Jesús sobre la entrada en el Reino, que explican la exigencia del seguimiento, son
una advertencia para quienes se crean justos y salvados. La entrada en el Reino
es un regalo que debemos recibirlo siguiendo a Jesús, escuchando su palabra, y
actuando en consecuencia y nos hacemos verdaderamente sus discípulas y
discípulos cercanos y fieles, si escuchamos atenta y asiduamente su Palabra y
obramos conforme a sus exigencias, procurando que nuestra fe actúe por amor y
se convierta en un nuevo criterio de pensamiento y de acción que cambia toda
nuestra vida.
• No vale la
excusa de ser judío o ser bautizados para tener el
pasaporte de entrada: “¡No sé de dónde sois!...Hemos comido
y bebido contigo” (Evangelio). No cuentan los privilegios o el
considerarse herederos de las promesas de Dios. Una fe que no se ha puesto en
práctica y que no da frutos, hace que nos quedemos fuera y sin derecho real de
participación en el Reino.
• Dios tiene
su propia pedagogía para disponernos a acoger activa y comprometidamente su
Reino:”Si vosotros tenéis que sufrir es para
su corrección. Dios os trata como a hijos, y ¿hay algún hijo que no sea
corregido por su padre?” (2a. Lectura). Dios, a través
de su Espíritu, es capaz de transformar el dolor y el sufrimiento de sus hijos
en frutos de paz y de justicia.
4. Meditación:
a. Indicaciones
para nuestra vida
• Poner en
juego toda nuestra inteligencia, creatividad y esfuerzo para
ingresar y sentarse “a la mesa del Reino de Dios”:
“Traten de entrar por la puerta estrecha” (Evangelio).
Al banquete de Jesús todos somos invitados, pero no todos podemos entrar. Pues,
la salvación no es algo que se hereda, exige más bien que la alcancemos
trabajando a favor de los pobres y necesitados con buenas obras y acciones
positivas.
5,
Contemplación:
<<Esforzaos
por entrar por la puerta estrecha-dice el Señor-; es la puerta de la
vida>>
6. Oración:
Toda
mi esperanza está en Ti, Señor, y Tú no defraudas a quienes en ti confían. Por
eso, ante la crudeza de tu amenaza, tengo el consuelo de tu misericordia. Pero
sé que no puedo jugar con el vaso de barro de mi débil fe cristiana, llamada a
fructificar en obras de amor y en esfuerzo por entrar por la puerta estrecha.
Mi salvación está en tus manos.
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