1. Oración inicial:
Señor que nos has otorgado
celebrar en una misma fiesta los méritos de todos los Santos, concédenos, por
esta multitud de intercesores, la deseada abundancia de tu misericordia y tu
perdón.
Lectura
comprensiva: MATEO 5,1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se
sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:
«Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos,
porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la
justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque
ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos
verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán
los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de
ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os
persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y
contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».
3. Comentario bíblico:
a.
Aclaraciones al Texto
V.1 Se
sentó. Gesto propio de autoridad
de un maestro. Discípulos. El que escucha y
acoge la palabra de un maestro.
V.3 Pobres en el espíritu. Expresión acuñada en la tradición de los salmos:
pobres que, en su pobreza, sienten a Dios cercano. Vs.3 y 10 Reino de los cielos. La palabra cielo como modo de referirse a Dios en señal de respeto, evitando
así pronunciar su nombre.
V.4 Sufridos. Contrarios a la intriga y la maldad; humildes ante Dios y ante los
hombres. Heredarán la tierra. Tierra
no tanto como territorio cuanto como
derecho a la libertad de adorar, a la libertad de culto. Tierra como espacio abierto a Dios. Dichosos los sufridos, porque ellos podrán adorar a Dios
V.5 Los que lloran. Los que con su llanto se resisten y quebrantan
la dictadura de lo acostumbrado. Llanto como inconformismo con el mal, como
forma de oponerse a lo que hacen todos, como denuncia que se opone al
aturdimiento de las conciencias. Serán
consolados. Voz pasiva como forma de
nombrar a Dios, palabra que en el judaísmo se trataba de evitar por respeto al
misterio de Dios. Dios los consolará.
Vs.6 y 10. Justicia. Búsqueda de Dios, de su palabra, de su rostro.
Sinónimo de fe. Tener hambre y sed de
justicia: preguntar por Dios, buscar su rostro. Quedarán saciados. También en voz pasiva en el original. Dichosos los que tienen hambre y sed de
justicia, porque Dios los saciará.
V.7 Los misericordiosos. Los que tienen un comportamiento solidario con
quien sufre necesidad; los que prestan ayuda. Alcanzarán misericordia. Literalmente: serán tratados con misericordia. Nuevo empleo de la pasiva por la
misma razón de respeto al nombre divino. Dios
será misericordioso con ellos.
V.8 Corazón.
Interior de la persona, hecho de razón, voluntad y
sentimiento. Los limpios de corazón. Los
de interior armónico, profundamente abierto y libre para poder ver a Dios.
V.9 Paz. Situación del hombre reconciliado con Dios y,
consecuentemente, en armonía consigo mismo. Trabajar por la paz: hacer posible en el entorno de cada uno la
reconciliación con Dios y la armonía consecuente. Se llamarán. Se pasivo. De nuevo la voz pasiva en el original como
forma de referirse a Dios sin mencionarlo. Dios
los llamará hijos suyos.
V.10 Ser perseguidos por causa de la justicia: sufrir molestias y daños por buscar a Dios.
V.12
Vuestra recompensa será grande en el cielo. En el original la frase carece de verbo, adoptando la forma de enunciado breve y doctrinal (aforismo):
Vuestra recompensa grande en el cielo. En frase equivalente nuestra:
Dios es vuestra gran recompensa. Recordemos que en el cielo es otro modo de
referirse a Dios sin pronunciar su nombre.
b.
Texto
¿Qué dice en sí mismo?
El primer versículo no es una ambientación casual.
Mateo presenta a Jesús como el nuevo Moisés que habla con Dios como con un
amigo, que transmite la palabra de Dios de primera mano, sin falsearla. Éste es
el Jesús sentado con autoridad de maestro en la cátedra cósmica del definitivo
Sinaí. En Jesús, Dios habla muy de cerca, como hombre a los hombres.
¿Qué escuchamos decir a Jesús? Escuchamos palabras
de promesa que sirven al mismo tiempo como discernimiento de espíritus y que se
convierten así en palabras orientadoras. Escuchamos bienaventuranzas
paradójicas: los que según los criterios al uso son perdedores, en los
criterios de Jesús son ganadores, no
obstante su situación fáctica de penalidad. Escuchamos palabras de ánimo a los
que adoptan actitudes y comportamientos que van contracorriente y que,
precisamente por eso, los colocan en el blanco de la burla, del odio y de la
persecución. Escuchamos, en definitiva, palabras pronunciadas desde la escala
de valores de Dios, que es distinta de la del mundo.
La clave de las palabras de Jesús es Dios. Lo que Jesús dice lo ha aprendido
de Dios y lo dice de parte de Dios. Hablar del Reino de los cielos es hablar
simplemente de Dios. Jesús dice: Dios existe y actúa en favor de los que ponen
en Él toda su confianza. Dice más: Dios es la recompensa en el aquí y en el más
allá.
Las palabras de Jesús están abiertas a todos,
nadie está excluido de ellas. Pero sólo cobran sentido en quienes ven en Jesús
a Dios. Dichosos vosotros cuando os
insulten, os persigan y os calumnien por causa mía. Estad alegres y contentos:
Dios es vuestra recompensa.
Las palabras de Jesús están formuladas
mayoritariamente en futuro. Es el futuro
propio de los enunciados de validez universal, segura y permanente. Jesús
asegura la intervención favorable de Dios en un futuro que no se limita al más
allá de la muerte sino que comienza ya aquí y ahora.
Las palabras de Jesús no convalidan ni consagran situaciones
sociológicas de injusticia y dolor, sino que alaban a personas activas. Jesús
les trae a Dios a sus vidas, se lo hace sentir cercano, protector, defensor.
Jesús declara bienaventuradas a las personas, no a las situaciones.
4. Meditación:
a. Indicaciones para nuestra vida
Como la aspiración del hombre tiende siempre a
emanciparse de Dios y a seguirse solo a sí mismo, los que viven contando con
Dios tienen garantizada la enemiga (enemistad, odio, oposición) de los
“emancipados” y autosuficientes de turno. En las palabras de Jesús alienta la
realidad de Dios, Persona real, presente y futura a la vez y, por ello mismo,
alternativa real y no de evasión. Sólo el camino que lleva a Dios es la
verdadera orientación del hombre. Cuando el hombre pierde de vista a Dios
fracasa la paz y predomina la violencia más impensable.
Las palabras de Jesús no son nada convencionales.
Palabras cercanas. Palabras impagables: por quien las dice y por lo que
representan para el que las escucha. Palabras que han dado y siguen dando firmeza y entereza a tanta gente
que ha descubierto a Jesús. Palabras que sólo desde el odio, la mezquindad o la
cortedad se pueden tergiversar y malinterpretar como resignación o
resentimiento (F. Nietzsche: “Nosotros hemos llegado a ser hombres, y por eso
queremos el reino de la tierra y no el de los cielos”; R. Dawkins: La religión
es una “traición al intelecto y a todo lo mejor que nos hace humanos”). Las
palabras de Jesús son sencillamente fuerza y consuelo de Dios a personas hechas y derechas, que se han
declarado disponibles a seguir a Jesús en la tarea de dar sentido al universo
humano, en medio de la dificultad, la dureza y el riesgo.
Nada hay en las palabras de Jesús que pueda
calificarse de invitación a la resignación; por el contrario, todas ellas
hablan de ánimo y de fortalecimiento a quienes tienen la valentía de actuar y
de arriesgar en nombre de un Dios que jamás defrauda. Las bienaventuranzas
adquieren sentido y cobran valor para quienes Dios es alguien entrañable y para
quienes actúan y arriesgan en sintonía con Él. Dios no es el enemigo del
Hombre.
Jesús no propone un programa de lucha, sino de
esperanza y de certeza en medio de la dificultad, llámese ésta persecución,
desprecio o indiferencia. El discípulo de Jesús sabe que cuenta con Dios y que
los riesgos y las dificultades no tienen la última palabra. Por eso es
bienaventurado el discípulo de Jesús.
Leído en el contexto litúrgico del día, el texto
se adentra en el tramo correspondiente al más allá humano, donde el futuro que
es siempre Dios para el hombre adquiere plenitud de intensidad y de sentido. En
esta plenitud están los que nos han precedido y, desde ella, nos alientan a
adoptar las actitudes y los compromisos de los que habla el texto.
b. Preguntas y cuestiones
¿Esperamos recompensa por lo que
hacemos?
¿Dónde esperamos nuestra recompensa?
¿Qué lugar
ocupa el amor de Dios en nuestras vidas?
¿Qué imagen
tenemos de la Iglesia en el camino hacia su destino final?
5, Contemplación:
Los justos brillarán como el sol en el Reino de su
Padre
6. Oración:
Señor, la gran asamblea de todos los santos viene hoy a
testimoniar la verdad de las bienaventuranzas: fueron dichosos en la tierra, en
medio de sufrimientos; y son plenamente felices en el cielo. ¡Tú me llamas a
ser santo! ¡Que un día me encuentre entre ellos: que comparta con ellos la
gloria, ya que en esta vida comparto la fe.
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