2 Sam 5, 1-3; Sal 121, 1-5; Col , 12-20; Lc 23, 35-43.
1. Oración inicial:
Cristo Rey, Tú eres el únicoi y
verdadero Rey del Universo. Esa es la verdad de dela que eres testigo. Eres mi
Rey, aunque te eleven en una cruz. Así, desde la Cruz, que es tu trono de
gloria venciste la muerte y el pecado.
Lectura
comprensiva: Lucas
23,35‑43
En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo:
«A otros ha salvado; que se salve a si mismo, si él es el Mesías de Dios, el
Elegido». Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y
diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había encima
un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los
judíos». Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres
tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro lo increpaba: «¿Ni
siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo,
porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en
nada». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le
respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso».
2. 3. Comentario bíblico:
a.
Aclaraciones al Texto
V.35 Las autoridades y el pueblo. La
traducción litúrgica agrupa a autoridades y a pueblo en la burla. El original
diferencia ambos colectivos: el pueblo asistía mirando; las autoridades
hacían incluso muecas. El pretérito
imperfecto expresa continuidad y persistencia.
V.36 Se burlaban. El original no emplea
aquí el pretérito imperfecto sino el pretérito perfecto simple: se burlaron.
La burla de los soldados no tuvo continuidad; fue una reacción en un momento
dado.
V.38 Había
también un letrero encima. Retorna el imperfecto de continuidad. La
traducción litúrgica ha eliminado el también,
que expresa relación con las muecas y burlas anteriores. El adverbio encima de la traducción litúrgica es en
el original un sobre él.
Mesías, Rey: Dos títulos, de empleo a veces superpuesto; con raíces más religiosas
el primero, más políticas el segundo; raíces, sin embargo, no siempre fáciles
de deslindar entre sí. Perteneciente al habla judía el primero y al habla
romana el segundo.
V.43 Te lo
aseguro: fórmula aseverativa,
propia y exclusiva de Jesús. Hoy: empleo enfático, característico del
evangelio de Lucas. Este hoy es el aquí y ahora de Jesús. Paraíso:
palabra de probable origen persa. En la Biblia es empleada en sentido de jardín y en
sentido de cercanía festiva. En este segundo sentido, paraíso guarda relación
con la expresión seno de Abrahán en su significado de estar sentado a la mesa
junto a Abrahán.
b.
Texto
Los hechos acontecen en Jerusalén, en el Gólgota,
en la cruz, en sucesión concatenada. 1º El pueblo miraba. 2º Las
autoridades se burlaban. 3º Los soldados se mofaron. 4º Letrero
en tres lenguas.
De la simple curiosidad del pueblo como si de un
espectáculo se tratara (v.35a) a las escenas de burla y mofa, culminando con la
mofa del letrero sobre la cabeza de Jesús (vs.35b-38). De la curiosidad a la
burla sarcástica, en un crescendo que culmina en varias lenguas. ¿Puede un
crucificado ser el Mesías de Dios? ¿Puede un crucificado ser el Rey de los
judíos?
A partir de aquí la atención se centra
exclusivamente en los tres crucificados. La escena la ha descrito previamente Lucas de la siguiente manera: Condujeron con Jesús a otros dos
malhechores para ejecutarlos. Cuando llegaron al lugar llamado La Calavera , los
crucificaron a él y a los malhechores: uno a la derecha y otro a la izquierda
(Lc.23,32-33). Dos malhechores y Jesús compartiendo condena; los tres
judíos; los tres van a morir.
Uno de los malhechores insulta a Jesús con brutal ironía y desde la exigencia. Sálvate a ti
mismo y a nosotros. (v.39). Nada ha cambiado: sigue la burla sarcástica
¡Que va a ser éste el Mesías, incapaz como es de salvarse y de salvarnos!
El cambio llega a partir
del v.40 con el otro malhechor. Por un lado, éste echa en cara al primero las
palabras que ha dicho y lo hace desde el reconocimiento de la culpa que ambos
tienen: Lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos (v.41);
por otro, se dirige a Jesús desde la humildad, desde la no-exigencia, desde la
súplica: Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino (v.42).
Jesús responde a la súplica del malhechor
arrepentido y humilde: Hoy estarás
conmigo en el paraíso (v.43). Hoy participarás conmigo en el banquete del
Reino de Dios.
4. Meditación:
a. Indicaciones para nuestra vida
En Jerusalén, en el Gólgota, en la cruz, vuelve a
resonar el enfático hoy, como en la
conversación con Zaqueo hace tres domingos (19,5.9); como en la escena
programática en la sinagoga de Nazaret (4,21); como en las palabras del ángel a
los pastores (2,11). Este hoy es el aquí y ahora de la presencia de Jesús
trayendo la salvación. Jesús es el Salvador.
En Jerusalén, en el Gólgota, en la cruz: aquí y
así es donde y como Jesús es el Mesías y
el Rey del mundo. Para unos, Jesús no puede ser Mesías ni Rey porque
está en la cruz; para otros, Jesús es Mesías y Rey porque está en la
cruz.
Un malhechor descubre aquí y así al Mesías y al
Rey.
Un marginado (¿quién más marginado que un
malhechor?) nos enseña cómo descubrir en Jesús al Salvador, al Mesías, al Rey:
desde el reconocimiento del propio pecado, desde la humildad, desde la
no-exigencia, desde la súplica.
En este marginado hallan su culminación todos los
marginados que hemos ido descubriendo a partir del mes de septiembre: el hijo
pródigo (Lc.15,11-24, domingo 24º); el samaritano leproso (Lc.17,15-16, domingo
28º); la viuda que acudía al juez (Lc.18,1-8, domingo 29º); el publicano en el
templo (Lc.18,13,domingo 30º); el jefe de publicanos Zaqueo (Lc.19,1-10,
domingo 31º).
En este marginado visualizamos una certeza y una
verdad: cuando muramos, participaremos
con Jesús en el banquete del Reino de Dios. La culminación del camino no es la
cruz sino el Dios a quien Jesús revela.
b. Preguntas y cuestiones
Las autoridades y el ladrón unen
la «salvación» a la condición de ser «Mesías»; los soldados la unen a la
condición de ser «rey» de los judíos. ¿Qué entienden ellos por «salvación»?
La escena que leemos, y en la
que san Lucas insiste por tres veces en la salvación, es una escena de
patíbulo, de cruz. ¿Es una contradicción que la cruz pueda salvar? ¿es la gran
paradoja de Dios, que el amor crucificado de Jesús, sea la razón última de
nuestra salvación?
La escena gira también en torno
a la realeza de Jesús. ¿Podemos imaginarnos un rey, según lo humano, en una
cruz, derrotado y humillado? ¿Cómo entender desde el conjunto de toda la vida
de Jesús, este título de rey?
5, Contemplación:
El primogénito entre los muertos y príncipe de los
reyes de la tierra, nos ha convertido en un reino para Dios.
6.
Oración:
Tú que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado,
Rey del Universo, haz que toda la creación, liberada de la esclavitud del
pecado , sirva a tu majestad y te glorifique sin fin.
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