CHARLAS CUARESMALES


CHARLAS CUARESMALES
 

            Los días 21 y 22 de febrero tenían lugar las Charlas Cuaresmales organizadas por esta Comisión Local e impartidas por Ildefonso Casas Nieto, SDB.
El jueves 21 lo dedicábamos a reflexionar sobre el evangelio de la mujer adultera. ¿quién de nosotros está libre de pecado para tirar la primera piedra?  «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más. Si Jesús no condenó, ¿por qué nosotros tenemos que juzgar a nuestro prójimo? Cuando los acusadores "se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos", Jesús, absolviendo a la mujer de su pecado, la introduce en una nueva vida, orientada al bien: "Tampoco yo te condeno; vete y en adelante no peques más"

Viernes 22 reflexionábamos sobre la Buena Samaritana. El Señor para nosotros es el agua que calma nuestra sed. Hay mucha gente con se a la cual debemos de ayudar. Jesús es el agua que surge de la vida eterna. La mujer tiene sed, necesita ser ayuda, necesita que Jesús le de agua para la vida eterna. La Buena Samaritana recibe el don de Dios para convertirse como tantos otros profetas. Nosotros también tenemos que buscar en un pozo el agua viva, el agua que nos quita la sed. Ese pozo puede ser la Eucaristía. Al terminar la cuaresma podríamos decir que nos hemos contagiado del don de Dios si se lo hemos presentando a otras personas.

Y terminábamos el sábado con el Retiro de cuaresma de la Familia Salesiana. En el cual nos fijamos en Nicodemo. Jesús se le proclama a Nicodemo, necesitas nacer de nuevo y, dicho a él, nos suena cercano a cada uno de nosotros cuando en el derrotero de la vida vamos descubriendo esta búsqueda del corazón humano, en perspectiva constante de renovación y de transformación; como parte de la lógica del ser humano, el proceso permanente de crecimiento, de madurez y de renovación. Nicodemo y nosotros nos preguntamos en qué consiste este renacer, este renovarse, este proceso constante de crecimiento en la madurez. La respuesta la encontramos en la misma palabra. Nacemos de nuevo, nos renovamos, nos transformamos, nuestra vida madura y crece cuando en nosotros obra y actúa el Espíritu Santo. El Espíritu Santo obra y construye un hombre nuevo en nosotros, nos hace otro Cristo. Nacer  de nuevo es dejar que el Espíritu, como en María, actúe de tal manera en nosotros que engendre la presencia viva de Cristo, comenzando por tener sus mismos sentimientos, es decir, hacernos uno con Él, hasta que digamos como San Pablo, vivo yo pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.



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