Lectio divina Fuente: DABAR
Domingo de la Ascensión del Señor. Ciclo C- 12 de Mayo de 2013
Hch 1, 4. 8-11; Sal 46, 2-9; Ef 1, 17-23; Lc 24, 46-53
1.
Oración inicial: Me quedo mirando al cielo, viéndote subir al Padre y te
pido: Llévame en tu compañía, donde tú vayas, Jesús. Si Tú vida no me das, yo
sé que vivir no puedo, ni si yo sin ti me quedo, ni si Tú sin mí te vas.
2.
Lectura comprensiva: LUCAS 24,46‑53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Así estaba escrito: el
Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre
se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos,
comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que
mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de
la fuerza de lo alto». Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos,
los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el
cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría;
y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.
3. Comentario bíblico:
a.
Aclaraciones al texto
V.47 En
su nombre. Indica fundamento de
autoridad y eficacia. En base a lo
que su nombre implica de autoridad y eficacia.
Se predicará. Predicar en el
sentido de proclamar, dar a conocer. Todos
los pueblos. Expresión de universalidad: los habitantes todos de la tierra.
V.48 Testigos de esto. En referencia al
padecimiento del Mesías, a su resurrección y al alcance universal del perdón de
los pecados.
V.48 Vosotros. Sin el y antepuesto de la traducción
litúrgica y sin verbo posterior. V.49 Yo. En el original con y antepuesto.
Vs.48-49 Vosotros (seréis) testigos y yo
os enviaré.
V.49 Mi Padre. Modo consagrado por Jesús para referirse a Dios.
Fuerza de lo alto. El Espíritu de Dios
Vs.50 Los bendecía. Bendecir expresado en el
gesto de mantener extendidas las manos en señal de concesión de bienes.
V.51 Se separó de ellos. El verbo empleado es
exclusivo de Lucas en todo el Nuevo Testamento.
V.52 Con gran alegría. Un evangelista de
ficciones habría hablado de tristeza por la marcha de Jesús.
V.53
Estaban bendiciendo a Dios. Bendecir
tiene aquí el sentido de alabar, ensalzar.
b. Texto
¿Qué dice en sí mismo?
Con bastante probabilidad el evangelista ha
reunido en una unidad narrativa experiencias históricas vividas en momentos
diversos por los Once y otras personas que les acompañaban. Estamos ante experiencias de grupo que cristalizaron
en una tradición eclesial narrada repetidamente en las primeras comunidades
cristianas sobre la base de conversaciones de los que vivieron dichas
experiencias.
Resultado de las mismas fueron unos recuerdos
inolvidables. Primer recuerdo: el Resucitado les abrió los ojos sobre Él y
sobre su misión, a la luz de la Escritura Santa , a la que Él tantas veces había
acudido durante su vida terrena, pero que ellos no habían conseguido entender.
Ahora entendían la Escritura Santa ,
ahora entendían el modo de ver y de realizar las cosas Jesús y Dios, ahora
entendían que Dios había enviado a Jesús ofreciendo su amor y su perdón no sólo
a los judíos sino también a todas las gentes.
Segundo recuerdo inolvidable: misión recibida del
Resucitado. Vosotros vais a ser testigos
de mi muerte, de mi resurrección, del amor y perdón de Dios a todos sin
exclusión.
Tercer recuerdo: capacitación para llevar adelante
esa misión. Yo os enviaré lo prometido
por mi Padre. Los Once y quienes les acompañaban salieron cambiados de su
experiencia con Jesús resucitado, salieron con la certeza de que el Padre y
Jesús no los dejaban solos en su misión de testigos.
Pero las apariciones del Resucitado tuvieron lugar
en un período de tiempo limitado. Los vs.50-53 recogen la experiencia final de
ese período. El evangelista formula lacónica y originalmente ese final: se separó de ellos. La originalidad
está en la exclusividad del verbo usado para expresar la separación.
Ahora bien, ¿no
resulta sorprendente que la separación se viva con alegría y no con tristeza?
¿No esperaríamos tristeza en los presentes en lugar de alegría? Un cronista de
ficción habría hablado probablemente de tristeza. ¡¡Pero un evangelista no es
un inventor de hechos inventados!! Dando cuenta del gesto de bendición con que
Jesús acompañó su separación, el evangelista Lucas dio también entrada a la
correcta vivencia de dicho gesto por los presentes: el gesto les enviaba un
mensaje de protección y de seguridad. Los presentes sabían que no quedaban
abandonados por Jesús y por el Padre de cara a su inminente misión. Sólo les
quedaba estar a la espera del gesto o señal que hiciera realidad la promesa del
Padre, de la que el Resucitado les había hablado. De ahí su alegría y sus
alabanzas a Dios, a quien, a partir de ahora, no dejarán de llamar Padre nuestro.
4. Meditación:
Indicaciones
para nuestra vida ¿Qué dice para mí?
La ascensión de Jesús no fue un marcharse suyo a
una zona lejana del cosmos, a alguna parte en un astro lejano, sino su asunción
en el ser mismo de Dios y, así, la participación en su poder de presencia en el
mundo. Su marcharse no fue un viaje hacia las estrellas, sino un entrar en el
misterio de Dios. La alegría de los discípulos después de la ascensión corrige
nuestra imagen de este acontecimiento. Precisamente porque Jesús se marchó,
puede ahora estar siempre presente junto a nosotros y por nosotros. Estando
junto al Padre, Jesús no está lejos de nosotros; si acaso, somos nosotros los
que estamos lejos de Él; pero la senda entre Él y nosotros está abierta. De lo
que se trata no es de un recorrido nuestro de carácter cósmico-geográfico, sino
de una navegación espacial de nuestro corazón, que nos lleve de la dimensión de
encerramiento en nosotros mismos hasta la dimensión nueva del amor divino que
abraza el universo.
¿Y por qué sabemos que la senda entre Jesús y
nosotros está abierta? Jesús se fue bendiciendo y permanece en la bendición.
Sus manos bendiciendo, además de un techo que nos protege, son también un gesto
de apertura que desgarra el mundo para que Dios penetre en él y llegue a ser en
él una presencia. Por la fe sabemos que Jesús, bendiciendo, tiene sus manos
extendidas sobre nosotros. Ésta es la
razón permanente de nuestra alegría como cristianos.
Preguntas y cuestiones
1) No aparece el
nombre de Jesús, sino el de Mesías. Jesús es el Mesías, pero no según las esperanzas
de los judíos que imaginaban a un Mesías fuerte, libertador, vengador de las
injusticias cometidas sobre su pueblo. ¿Sigue escandalizándonos a Jesús como
Mesías que sufre?
2) En el nombre de
Jesús se anuncia la conversión. ¿Qué es
convertirse? ¿Quién se tiene que convertir? ¿Estamos ya convertidos del todo?
¿Por qué los evangelios insisten en la conversión?
3) En el nombre de
Jesús se anuncia el perdón de los pecados ¿Qué es el pecado? ¿Todos somos
pecadores, o unos más que otros? ¿Nuestra conciencia de pecado tiene que ver
con nuestra experiencia de Dios o no tiene nada que ver? ¿El perdón de los
pecados es sólo una experiencia psicológica o lo es también antropológica,
religiosa? ¿Necesitamos sentirnos perdonados? ¿Quién nos tiene que perdonar?
4) Jerusalén no
tiene tanto un valor geográfico cuanto bíblico. Jerusalén es Sión, de donde
surgirá la salvación; ahora la muerte-resurrección-ascensión de Jesús en
Jerusalén inaugura la nueva salvación. ¿La misión anunciada por Jesús sigue
abierta o está concluida?
5) Jesús dice que
los creyentes somos los «testigos» de esto. ¿A qué se refiere? ¿En qué consiste
ser testigo? ¿Puede ser testigo de Jesús alguien que no haya hecho experiencias
de su salvación?
6) Jesús y el Padre
envían el Espíritu Santo. ¿Necesitamos el Espíritu Santo? ¿Por qué? ¿Para qué?
¿La misión de la Iglesia se podría entender sin el Espíritu Santo?
5, Contemplación:
Seréis mis «testigos». Por vía de la negación
podemos decir: no somos esclavos, ni repetidores de consignas, ni imitadores
falsos, ni ideólogos caducos, ni visionarios iluminados. Los discípulos del
Jesús de Galilea, somos constituidos «testigos» del Resucitado.
6. Oración:
Que esta solemnidad que
celebramos sea para tu Iglesia motivo de esperanza y de renovación. Que siempre
seamos fieles discípulos de tu Hijo y testigos suyos. A ti que eres Dios y que
vives y reinas por los siglos de los siglos.
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