Lectio divina Fuente: DABAR
Domingo de la Santísima
Trinidad. Ciclo “C” 26. 05.2013
1. Oración inicial:
Dios,
comunidad de amor y vida, que no eres un solitario aburrido ni cascarrabias,
transmítenos tu sentido de apertura, tu capacidad plural y tu corazón
compartido en sentimientos de bondad, para que hagamos una comunidad humana abierta
a las diferencias y unida en los sentimientos de los grandes valores que
expresan nuestras necesidades importantes. Haz que así trabajemos contigo en
mejorar nuestro mundo.
2. Lectura comprensiva: JUAN 16,12‑15
En aquel tiempo, dijo Jesús a
sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con
ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la
verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os
comunicará lo que está por venir. El me glorificará, porque recibirá de mi lo
que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho
que tomará de lo mío y os lo anunciará».
3. Comentario bíblico:
a. Aclaraciones al Texto
V.12 No podéis cargar. Cargar en sentido de aceptar, admitir.
V.13 La verdad. Dios, quién es, cómo es. Os guiará.
El verbo griego está formado por las raíces camino y guiar. Os
comunicará lo que está por venir. Os aclarara la verdad, su significado, su
alcance. El mismo verbo, que aquí es traducido por comunicar, se vuelve a usar
en el v.14, donde es traducido por anunciar. Sería conveniente unificar la
traducción en ambos versículos.
V.14 Él me glorificará. Glorificar en el sentido de manifestar la gloria
de una persona. Gloria: el ser de la persona.
b. Texto
¿Qué dice en sí mismo?
Al igual que en los
domingos quinto y sexto de Pascua, en el de hoy las palabras de Jesús
pertenecen a la cena con sus discípulos antes de morir. Jesús conocía a sus
discípulos, sabía de la adhesión sincera de ellos a Él, pero sabía también de
lo perfectible de esa adhesión. Con la claridad y sinceridad de quien sabe que
va a ser arrancado de sus discípulos, Jesús les habla de las lagunas de
comprensión y de respuesta que tienen, les habla de que Él, por falta de tiempo,
ya no va a poder físicamente ayudarles a superarlas y a aclararlas. Me quedan por deciros muchas cosas, que
ahora no estáis en condiciones de aceptar (v.13).
Jesús tenía conciencia
total, plena y clara de dos realidades. Primera: la adhesión sincera y cabal de
sus discípulos para con Él (Judas Iscariote ya no está entre ellos). Segunda:
la cercanía y ayuda ciertas y seguras de Dios (Jesús lo llama Padre). Desde
esta segunda certeza es desde la que Jesús habla a sus discípulos. En una
coyuntura terrible para ellos, Jesús les habla y les garantiza la cercanía y
ayuda de Dios, la misma cercanía y ayuda de Dios que él ha tenido. Para Jesús
Dios no es un ser lejano y abstracto; es cercano, personal, familiar; es su Padre. Jesús solo se entendía desde su
Padre. Todo lo que Él era y tenía provenía y era de su Padre. Todo lo que tiene el Padre es mío (v.15).
Un hablar así no es invención de ningún evangelista, no es invención humana.
Sólo Jesús podía hablar así. Sus adversarios, lo eran precisamente por este
modo de hablar suyo, por este modo de ser suyo, por este modo de entenderse
suyo. Modo de hablar, de ser y de entenderse que consideraron intolerable por
blasfemo.
No era éste el caso ni
era la actitud de los discípulos. Los discípulos querían a Jesús, habían
depositado su confianza en Él y lo seguían incondicionalmente. Pero, ¿qué iría
a ser de ellos cuando se vieran privados de Él? Jesús les habla con el corazón
en la mano para cuando esta coyuntura se consume. Y les dice que no estarán
solos, porque Dios seguirá estando con ellos, como lo ha estado mientras Él,
Jesús, ha estado con ellos. El mismo Dios Padre será y se llamará a partir de
ahora Dios Espíritu. No tendrá la dimensión física que Él, Jesús, tiene, pero
tendrá la misma realidad que Dios Padre tiene para Él. Este Dios Espíritu
estará con ellos y, con su proximidad, ellos irán madurando en el proceso de
comprensión y respuesta de todo lo que ahora no acaban de comprender y a todo
lo que ahora no acaban de responder. Dios Espíritu será su guía y su garantía.
Hay que repetirlo: un
hablar así no es invención de ningún evangelista. Sólo Jesús podía hablar así.
Las palabras del texto de hoy son radicalmente palabras de Jesús. Sus
discípulos, lo eran precisamente por este modo de hablar suyo, por este modo de
ser suyo, por este modo de entenderse suyo. Modo de hablar, de ser y de
entenderse que consideraron fiable por venir precisamente de Dios. A este Dios,
a esta Verdad terminarían dando su total adhesión, cuando ya Jesús no estaba
físicamente entre ellos.
4. Meditación:
a. Indicaciones para nuestra vida
¿Qué dice para mí?
La liturgia del día nos
invita a centrar nuestra atención en Dios: Padre, Hijo y Espíritu.
El punto de partida con
garantía absoluta debe ser Jesús,
explicado por el Espíritu.
Al acercarnos a Jesús
empezamos descubriendo en él una persona humana extraordinaria.
Poco a poco, este
descubrimiento inicial se nos va quedando corto. El Espíritu nos va haciendo descubrir en Jesús una persona divina, que nos revela en Dios
al Padre, con quien Jesús está en
cercanía y familiaridad humanamente inexplicables.
El trato con Jesús, el
conocimiento de él nos van llevando a la certeza total de Dios, uno y trino,
aunque no acertemos a explicar esa Trinidad.
Desde Jesús, Dios va
adquiriendo perfiles cada vez más y mejor delimitados, que explican y dan
respuesta a nuestras más hondas aspiraciones y anhelos.
Gracias a Jesús, estamos
absolutamente seguros de que nosotros no fabricamos ni explicamos a Dios a
partir de nosotros mismos, sino que somos nosotros quienes adquirimos
explicación a partir de Dios y que, por eso, nuestra vida tiene sentido pleno.
b. Preguntas y cuestiones
¿No es cierto que todo el
conjunto de cosas y seres que formamos este inmenso parque temático sobre la
vida es un sinfín maravilloso y admirable?
¿Pero no es cierto, también, que
nuestra capacidad para intervenir en él provoca sentimientos de pequeñez,
impotencia y desánimo porque nuestras posibilidades son reducidas y, tantas
veces, negativas?
¿No es Dios la obsesión de
nuestra búsqueda pero hay que acomodar los pasos para conocerlo como hace el
caminante que quiere llegar a una meta lejana?
5, Contemplación:
La vida nos aporta muchos
motivos para estar contentos y para estar tristes, para sentir la belleza
natural o para sufrir sus cataclismos, para admirar sus procesos de cambio y
soportar las alergias o catarros de sus cambios bruscos, para admirarla en todo
su conjunto y para lamentar lo bonita que podía ser para todos y no lo es. Pero
en todo podemos abrir los ojos y descubrir la presencia invisible de un Dios
que nos acoge y nos acompaña.
6.
Oración:
Gracias a Jesús, estamos
absolutamente seguros de que nosotros no fabricamos ni explicamos a Dios a
partir de nosotros mismos, sino que somos nosotros quienes adquirimos explicación
a partir de Dios y que, por eso, nuestra vida tiene sentido pleno.
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