Lectio divina Fuente: DABAR
Domingo de Pentecostés. Ciclo C_ 19 de Mayo de 2013
Hch 2, 1-11; Sal
103, 1-2.24-30; 1ª Co 12, 3b-7. 12-13; Jn 20, 19-23
1. Oración inicial:
Dios y Padre nuestro derrama tu Espíritu sobre
nosotros. Que Él renueve nuestra vida, fortaleciendo nuestra fe en tu Hijo
Jesús, para que seamos testigos de tu amor en medio de esta sociedad.
2. Lectura
comprensiva: Juan
20, 19‑23
Al anochecer de aquel día, el día primero de la
semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo
a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y
les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el
costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús
repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío
yo». Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el
Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a
quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
3. Comentario bíblico:
a. Aclaraciones al texto
V.19 Al anochecer de
aquel día, el día primero de la semana. Anochecer del domingo de Pascua. Discípulos-judíos. Ambas designaciones están usadas aquí en
sentido religioso y no étnico. Los judíos: quienes, siendo
judíos, no reconocen en Jesús al Mesías. Los
discípulos: quienes, siendo también judíos,
reconocen en Jesús al Mesías.
Vs.19 y
21 Paz a vosotros. La vida y el
amor del Padre dados por Jesús a los discípulos. Paz a vosotros es más que un
saludo o que la expresión de un deseo; es la constatación de una situación
nueva de los discípulos.
V.20 Y
diciendo esto. Más correcto: y dicho esto, en consonancia con la
traducción del v.22. El Señor: la designación reservada a Dios en el Antiguo Testamento se extiende ahora también a Jesús.
V.20 Ha
enviado. Este tiempo verbal
indica acción pasada con continuidad en el presente.
V.22 Exhalar el aliento. Este gesto aparece solo
aquí en todo el Nuevo Testamento, no así en el Antiguo, donde indica
transmisión de vida.
V.23
Les quedan perdonados, les quedan retenidos. Circunloquios referidos a Dios, a quien no se menciona por respeto.
b. Texto
¿Qué
dice en sí mismo?
Aportación de datos (v.19a); identificación de
Jesús por los discípulos (vs.19b-20); envío de los discípulos por Jesús
(vs.21-23).
En el primer versículo, el evangelista ofrece una
concentración de datos precisos y concretos: anochecer del domingo
inmediatamente siguiente a la crucifixión, miedo a una hostilidad exterior,
puertas cerradas; datos todos ellos que, en su minuciosidad y concreción, no
tienen otra explicación razonable que la realidad acontecida y que, justamente
por su minuciosidad y concreción, eran fáciles de memorizar por los testigos.
El evangelista resume la realidad acontecida en torno
a dos núcleos: identificación y misión. Ambos núcleos precedidos por tres
mismas palabras: Paz a vosotros.
Todo ello presentado de manera escueta, podríamos decir, paradigmática.
Núcleo primero: Identidad de Jesús e
identificación de Jesús por los discípulos (vs.19b-20). Jesús estaba entre los
discípulos, el mismo Jesús al que ellos habían conocido y con el que habían
convivido antes de que fuera crucificado; era el Mismo y, sin embargo, era
Nuevo; plenamente corpóreo y, sin embargo, con una corporeidad no sometida a
las leyes del espacio y el tiempo: llegó a través de las puertas cerradas y de
improviso. Presencia inopinada, inesperada y, sin embargo, Él estaba allí,
entre ellos. Ellos estaban ante una persona real de una entidad radicalmente
nueva y desconocida hasta ahora para ellos. Este tipo de realidad superaba el
horizonte de su propia experiencia, y si
ahora tenían conocimiento de ella no era porque ellos la hubieran buscado o
inventado, sino porque ella les entró por los ojos y no podían oponerse a ella.
No fueron ellos quienes forjaron a Jesús resucitado, fue Jesús resucitado quien
los forjó a ellos. Y ellos se rindieron ante Él con alegría. Jesús era
realmente el Señor, el Viviente. No
venía del mundo de los muertos, venía del mundo de la pura vida, venía
realmente de Dios y les hacía partícipes a ellos de la vida misma de Dios:
Paz a vosotros. Escuchando estas
palabras de Jesús resucitado vienen a nuestra mente las palabras de Jesús antes
de su muerte durante la cena última con sus discípulos, y que escuchábamos hace
dos domingos: Mi paz os dejo, mi paz os doy. No os la doy como la da el
mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde (14,27).
Núcleo segundo: envío de los discípulos por Jesús
(vs.21-23). Ante ellos y con ellos
estaba el Señor, y era Él quien los enviaba ahora a ellos, al
igual que el Padre lo había enviado a Él. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Enviados por Jesús, como Jesús lo ha sido por el
Padre, los discípulos reciben de Jesús resucitado el mismo Espíritu de Dios que
Él tiene. En los discípulos alienta la
vida misma de Dios, su misma
misericordia, su mismo perdón. Ellos representan a Cristo, como Cristo
representa al Padre, y su guía es el Espíritu Santo.
4. Meditación:
Indicaciones
para nuestra vida
Para la comunidad de los discípulos de todos los
tiempos, la condición de ser enviada por Jesús es uno de sus signos
característicos. Los discípulos de Jesús dan continuidad en su tiempo a lo que
Jesús fue y supuso en el suyo: el rostro visible del Padre, de su amor, de su
perdón.
Ciertamente Jesús no es hoy un ausente, pues vive
realmente, pero su presencia carece de dimensión física. El envío de los
discípulos confiere así al envío de Jesús la dimensión física y la visibilidad
que Jesús ya no tiene. El envío de Jesús por el Padre se hace visible hoy a través del envío de los
discípulos por Jesús. Jesús y los discípulos comparten así una misma condición,
un mismo modo de ser: ambos son enviados, el ser de ambos es ser enviados. Esto
significa que los discípulos no se anuncian a sí mismos, sino que dicen lo que
han oído a Jesús. Y esto será posible en la medida que se dejen guiar por el
Espíritu Santo. Sin Jesús y el Espíritu el discípulo no es nadie ni
nada.
Preguntas y cuestiones
¿Nos sentimos enviados o actuamos
por nuestra cuenta?
¿Participamos
del mismo envío que Cristo o nos creemos que nos envían de otro sitio?
¿Me dejo guiar
por el Espíritu?
La paz es un
don que hemos recibido, ¿lo transmitimos? ¿lo vivimos?
5, Contemplación:
El mismo Espíritu que animaba la
vida y misión de Cristo, es el que ahora está presente en la comunidad
cristiana, en cada uno de los que creen en Jesús. Por Él participamos de su
misma tarea: el proyecto de su Reino. La obra salvadora de Dios Padre, a través
de su Hijo, su presencia “samaritana” en este mundo - a veces roto, maltrecho y
sufriente - continúa a través de la Iglesia, a través del “grupo de los que
creen en Jesús”.
6. Oración:
Derrama abundantemente tu Espíritu sobre
nosotros, ensancha nuestros horizontes, acrecienta nuestra esperanza, fortalece
nuestra fe y haz más viva y concreta nuestra caridad. Padre de bondad, que
podamos romper las barreras, disipar los miedos, y arrojar de nosotros las
falsas seguridades que nos impiden
mostrar tu rostro de Padre lleno de ternura y vida plena para todos.
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