Con la historia en la mano la institución familiar es el núcleo
esencial de toda la sociedad desde los tiempos más remotos.
Cuando el Hijo de Dios
se hizo hombre, igual en todo a nosotros, menos en el pecado, el Padre tomó a
María y a José como padres del Señor.
Ella engendró por obra
del Espíritu Santo a Jesús, quien naciendo en Belén, compuso la Sagrada
Familia.
Los ataques que desde
los primeros momentos sufrieron eran el preludio de lo que andando los siglos
harían otros contra la institución familiar, demostrando que la familia
interesa para destruir la sociedad católica y crear una sociedad laicista, atea
y llena de otros engendros que han llamado después “matrimonios” o “nuevas
clases de familia”.
En los momentos actuales
la institución familiar atraviesa uno de los momentos más criticos de su
milenaria historia. Ni las dictaduras, ni las democracias, respetan a las
familias, porque siempre legislan con el doble sentido de dominar las
conciencias de los miembros de las familias y llevarlos para allá o acá como si
fueran piezas de un juego destructor e inmoral, donde lo que se pretende es
anular lo más sagrado de los seres humanos: su conciencia libre.
Cuando un sistema
político legisla contra la conciencia libre de los ciudadanos está abriendo las
puertas a la barbarie, porque nunca lo que no es natural puede hacerse y
parecerse a algo “normal”, por muchas leyes que traten de legalizar el circulo
nunca podrá ser a la vez un cuadrado.
En la fiesta de la
Sagrada Familia invito a los amigos lectores a rezar por todas las familias,
para que con la ayuda del Señor, pasen estos tiempos turbios donde la verdad
inmutable desean que deje de serlo para pasar a un relativismo donde cada cual
viva libertinamente.
Tomás de la Torre
Lendínez
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