Lectio divina. Año Litúrgico 2013-14. Ciclo A. 19 de Enero de 2014

Domingo Segundo T.O
Is 49,3.5‑6; I Co 1,1‑3; Jn 1,29‑34
V/ Dios mío, ven en mi auxilio.
R/ Señor date prisa en socorrerme.
V/ Gloria al Padre…
R/ Como era en un principio…
Oración: Dios todopoderoso, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escucha paternalmente la oración de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida se fundamenten en tu paz.
SALMO  RESPONSORIAL (Sal 39)
Ø  Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios.
Ø  Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio; entonces yo digo: «Aquí estoy».
Ø  Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Como está escrito en mi libro: «Para hacer tu voluntad». Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en mis entrañas.
Ø  Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes.
Ø  Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Salmo  bíblico 39
El hombre es un soplo que desaparece
39:1 Del maestro de coro. De Iedutún. Salmo de David. 
La rebelión frente al mal
39:2 Yo pensé: "Voy a vigilar mi proceder para no excederme con la lengua; le pondré una mordaza a mi boca, mientras tenga delante al malvado". 
39:3 Entonces me encerré en el silencio, callé, pero no me fue bien: el dolor se me hacía insoportable; 
39:4 el corazón me ardía en el pecho, y a fuerza de pensar, el fuego se inflamaba, ¡hasta que al fin tuve que hablar! 
Reflexión sobre la caducidad de la vida
39:5 Señor, dame a conocer mi fin y cuál es la medida de mis días, para que comprenda lo frágil que soy: 
39:6 no me diste más que un palmo de vida, y mi existencia es como nada ante ti. Ahí está el hombre: es tan sólo un soplo, Pausa
39:7 pasa lo mismo que una sombra; se inquieta por cosas fugaces y atesora sin saber para quién. 
39:8 Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda? Mi esperanza está puesta sólo en ti: 
39:9 líbrame de todas mis maldades, y no me expongas a la burla de los necios. Súplica confiada
39:10 Yo me callo, no me atrevo a abrir la boca, porque eres tú quien hizo todo esto. 
39:11 Aparta de mí tus golpes: ¡me consumo bajo el peso de tu mano! 
39:12 Tú corriges a los hombres, castigando sus culpas; carcomes como la polilla sus tesoros: un soplo, nada más, es todo hombre. Pausa
39:13 Escucha, Señor, mi oración; presta oído a mi clamor; no seas insensible a mi llanto, porque soy un huésped en tu casa, un peregrino, lo mismo que mis padres. 
39:14 No me mires con enojo, para que pueda alegrarme, antes que me vaya y ya no exista más.
Comentario

Salmo 39: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad...

    Seguimos las explicaciones de los salmos, al menos, para saber poco a poco interpretarlos, descubriendo a Cristo en ellos, o descubriendo a la Iglesia en el salmo. Todos los salmos, ocultan, o de manera escondida, contienen el misterio de Cristo, o de la Iglesia, o de la salvación; por eso hay que superar la letra, quedarnos sólo en lo que oímos, para entrar en el meollo, en el espíritu del salmo.
El salmo 39 lo interpreta la misma Escritura, en la carta a los Hebreos, en el capítulo 10. Pone el salmo en boca de Cristo, así tal cual. Dice la carta a los Hebreos: “Cuando Cristo entró en el mundo dijo: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. Por tanto, ya la misma Palabra de Dios, los escritos del Nuevo Testamento, están haciendo una lectura cristológica, aplicándolos a Jesucristo. Así pues, este salmo es el mismo Cristo quien lo proclama. 
El sentido de la letra, lo que dice el salmo, es que el Señor no quiere sacrificios de animales, ni de cosas externas a nosotros. El Señor lo que quiere es el ofrecer nuestro corazón haciendo su voluntad, el ofrecimiento de nosotros mismos.
¿Qué quiere el Señor? “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. ¿Quién realiza de verdad este salmo? El único sacrificio que ha sido agradable a Dios: el cuerpo de Cristo inmolado en la cruz. “No quieres sacrificio sin ofrendas, y en cambio me abriste el oído. Me has dado un cuerpo”. Es el cuerpo de Cristo lo que queda ofrecido, es el Corazón de Cristo haciendo la voluntad de Dios. Así entendemos este salmo donde es el mismo Cristo el que lo está rezando.  
Dice “dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor y no acude a los idólatras que se extravían con engaños”. ¿Fiarse de alguien? Sólo de Dios. Sólo de Dios. Porque los demás, quiera que no, el corazón se extravía. Cristo se fía plena y totalmente sólo de Dios. Ama a sus discípulos, los ama con locura, los quiere tiernamente, pero saben lo que da de sí cada uno: Judas lo vende, el resto se le va, sólo queda fiel Juan. Pero el Corazón de Cristo estaba en el Padre, el que “ha puesto su confianza en el Señor”. 
No pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: Aquí estoy, como está escrito en mi libro, para hacer tu voluntad”. Cristo entra en el mundo, por el misterio de la Encarnación, para hacer la voluntad de Dios, y la voluntad de Dios es nuestra salvación, nuestra santificación. Evangelio de San Juan: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único no para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él”. Dice Cristo:“Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas”. Cristo no cumple la voluntad de Dios ni con recelos ni reservas interiores, sino amándola. Cristo lleva la voluntad de Dios en sus entrañas. Lo que el Padre quiera, eso lo quiere Él con todo su corazón, en sus entrañas.
“He proclamado tu salvación ante la gran asamblea”. Recordad: la palabra “Iglesia” significa “asamblea”, "convocación". Cristo, delante de la gran asamblea, delante de la Iglesia, está proclamando la salvación, “cuando en la liturgia se lee el Evangelio –afirma el Concilio Vaticano II- es el mismo Cristo el que lo está proclamando”. Es Cristo quien proclama la salvación delante de nosotros, que somos la asamblea. 
“No he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes”. Es verdad, Cristo no calla, no guarda silencio, sino que es Palabra elocuente. Cristo proclama el mensaje de salvación, Cristo proclama el infinito amor de Dios.
Nosotros al celebrar la Eucaristía comulgamos la Palabra, comulgamos el Cuerpo de Cristo; digamos entonces: “Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad”. No quiere el Señor algo externo a nosotros, nos quiere a nosotros; no quiere que le demos cosas, lo que quiere es que le demos nuestro corazón.

Relectura Salmo 39 en clave cristina

¡Aquí estoy Señor,
Para hacer tu voluntad!
¿Y cómo se hace la voluntad de Dios?
A veces, Señor,
nos confunden o nos confundimos,
En nuestra vida,
Muchas veces nos dicen:
“Es voluntad de Dios que…
Y años después otro
Superior, maestro, padres…
Te vuelven a decir
“Es voluntad de Dios que…”    
  Y muchas veces es opuesto
lo que te dice uno
Y lo que te dice otro.
¿Puede la “voluntad de Dios”
Ser voluble,
Cambiar?

“Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad”
Pero tu voluntad
Debe pasar por “mi” aquí estoy.
Y eso es lo que te pido Señor:
Que esté dispuesto para hacer tu voluntad,
Siempre, siempre.
Que lo que yo hga
Sea tu voluntad
Y no la voluntad de quienes
Se adueñan de la tuya.

¡¡Aquí estoy, Señor,

Para hacer tu voluntad!!

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